viernes, 23 de octubre de 2020

Otra Oportunidad: Capítulo 15

 Al ver lo ansiosa que estaba por irse de allí, se dió cuenta de que era un tonto al estar disfrutando tanto de ese tiempo juntos. No podía olvidar que ella quería divorciarse.

 

–No, pero estás evolucionando tan bien que seguro que ya lo ha decidido. Pregúntale después.

 

–Sí, lo haré –contesto Paula con esperanza.

 

Dió un paso balanceándose un poco y le rodeó la cintura con el brazopara que no se cayera.

 

–Ten cuidado –le advirtió–. Ha sido un paseo muy largo, será mejor que volvamos ya.

 

Esperaba que Paula le llevara la contraria, pero asintió y lo soltó.


 –Puedo hacerlo yo sola –le dijo.

 

–Lo sé, pero hazme este favor y vayamos de la mano.

 

–Bueno, supongo que es lo menos que puedo hacer después de todo lo que has hecho por  mí.


Creía que Paula le debía mucho y estaba dispuesto a aceptar ese paseo como pago. No quería soltarla y trató de convencerse de que no tenía nada que ver con lo que le gustaba tenerla cerca ni con el aroma floral que lo envolvía. Nada en absoluto.


Esa tarde, Paula se agarró a la manta de hospital y se quedó mirando al doctor Marshall con el ceño fruncido, pensando que debía de haberlo entendido mal. Eso no era lo que esperaba.

 

–¿Qué es un alta condicional? –le preguntó.

 

–No puedo darte un alta normal –le dijo el doctor Marshall–. No puedes cuidar de tí misma. El coordinador de altas y el ortopedista están de acuerdo conmigo.

 

No podía creer que hubiera estado toda la tarde esperando con ilusión para escuchar eso.

 

–Pero... Eso es una tontería.


Cullen los observaba a los dos sin decir nada. 


Se aferró con más fuerza a la manta. No le gustaba estar tan pendiente de Pedro, pero sus sentidos parecían agudizarse cuando estaba él. Se había llegado a preguntar si él sentiría lo mismo, pero había llegado a la conclusión de que no era así.  Se sentía muy decepcionada. Habían compartido paseos de la mano, aunque fuera solo dentro del hospital, y había asumido que Pedro la apoyaría a la hora de conseguir el alta.


 –No es ninguna tontería –replicó el doctor Marshall–. Tienes suerte de estar viva.

 

–Eso es verdad –murmuró Pedro.

 

Ella no se sentía afortunada. Creía que había tenido mala suerte al haber estado en el borde del cráter cuando se produjo la explosión de vapor, algo que no había ocurrido en el monte Baker desde hacía casi cuatro décadas. Y, como consecuencia de ello, estaba atrapada en ese hospital.


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