viernes, 23 de octubre de 2020

Otra Oportunidad: Capítulo 12

 No conseguía olvidar esas palabras, había sido muy duro superarlo.

 

–Como estabas ocupada, empecé los trámites de nuevo cuando me establecí en Oregón.


 –¡Ah! –repuso ella sin dejar de mirarlo–. De acuerdo. Está bien.

 

Él no sentía que estuviera bien, todo lo contrario. Tenía un nudo en la garganta. Había llegado a planear su futuro juntos. Una casa, mascotas, niños. Pero todo había cambiado.


 –Voy a ver si encuentro a tu médico para que nos diga cuándo te pueden dar el alta.


 –¿Puedo levantarme para ir al baño? –le preguntó Paula antes de que saliera.


Pedro se detuvo, maldiciendo entre dientes. Tenía que ayudar a Paula. Pero lo último que quería era tocarla. Respiró profundamente y la miró por encima del hombro. 


–Sí, pero no puedes hacerlo sola. Avisaré a una enfermera para que venga a ayudarte.


Salió deprisa de la habitación. Necesitaba poner cierta distancia entre Paula y él. Pensaba que era que mejor que fuera una enfermera quien la ayudara y creía que lo mejor que podía hacer era mantener las distancias con ella hasta que le dieran el alta.



 Paula se lavó las manos en el lavabo. Roxana, una enfermera, no se había alejado de su lado.

 

–Después de una operación y con el uso de analgésicos, lo normal es que el cuerpo tarde un tiempo en regularse, pero lo estás haciendo muy bien, Paula –le dijo animada la joven.

 

No pudo evitar sonrojarse. No estaba acostumbrada a que la felicitaran por ir al baño. Al menos Roxana le había dado un poco de intimidad y era mejor que tener que permitir que la ayudara Pedro, aunque sabía que estaba al otro lado de la puerta. «No pienses en él», se dijo. Se secó despacio las manos. Todo lo que hacía le costaba mucho esfuerzo y dolor.

 

–Gracias. No estoy acostumbrada a que mis visitas al baño sean todo un acontecimiento.


 –No te avergüences. Esto no es nada comparado con un parto – respondió Roxana–. En esa situación se pierde toda la vergüenza.


 Paula no podía ni quería imaginarse en esa situación. No tenía intención de volver a casarse y dudaba que llegara a tener hijos. No era como Pedro, creía que él sí sería un buen padre...  Sintió de repente un dolor profundo en su vientre, le costaba respirar. Supuso que sería su incisión en el estómago o tal vez las costillas. Se apoyó en el lavabo.


 –Siéntate en el inodoro –le dijo Roxana.

 

Sonó un golpe en la puerta.

 

–¿Necesitan ayuda? –les preguntó Pedro.


-No, estoy bien –repuso Paula enderezándose.

 

–Volvamos a la cama antes de que el doctor Alfonso me riña por tenerte tanto tiempo en pie. Los maridos médicos son los peores, creen saber qué es lo mejor para sus esposas.


Pensó que quizás fuera así con algunos médicos, pero no con Pedro. Él la miraba como si quisiera salir corriendo de allí y lo entendía. Esa situación era incómoda para los dos. Roxana abrió la puerta del cuarto de baño

 

–Aquí está, doctor Alfonso –anunció la enfermera.

 

Paula salió como pudo del baño. Le costaba mucho dar cada paso. Sentía dolor, opresión en el pecho, náuseas... 

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