miércoles, 14 de octubre de 2020

Bailarina: Capítulo 63

 El avión se detuvo y los pasajeros comenzaron a recoger sus pertenencias. Paula permaneció en su asiento y esperó. No tenía prisa por regresar. Su padre estaría furioso con ella y su carrera profesional destrozada. Por suerte, no tenía nada más que su equipaje de mano, así que la salida del aeropuerto le resultaría más fácil. Cuando pasó el control de inmigración, vió un hombre que le resultaba conocido.


—¿Diego?


Él se volvió y sonrió. Ella se quedó sin habla. En realidad, no tenían mucho que decir, así que, después de saludarse, permanecieron mirándose sin más.


—Gracias —dijo ella.


—Lo siento —dijo él al mismo tiempo. 


Ella frunció el ceño.


—¿Por qué? Yo elegí asistir al programa, y he disfrutado la mayor parte del tiempo.


—Estaba hablando de Pedro. Si te sirve de algo, siempre he dicho que es un auténtico idiota.


Paula suspiró.


—Gracias —dijo ella, aunque sus palabras no habían hecho que se sintiera mejor.


Dave asintió y se dirigió hacia la puerta de Aduanas. 


Paula permaneció allí, demasiado enfadada con Pedro para moverse. Pero él no estaba allí. Probablemente estuviera a miles de kilómetros de distancia. Ella negó con la cabeza, incapaz de asimilar que mientras ella había decidido elegir a Pedro, él no la había elegido a ella. Cuando llegó a la puerta de llegadas vió que había un gran tumulto. Quizá un famoso estuviera a punto de llegar. Miró a su alrededor y solo vió a una pareja de ancianos que simplemente parecían turistas. El disparo de flashes era continuo y se cubrió el rostro con las manos para evitar los destellos. Cuanto antes saliera de allí, mejor. Además, la pareja de ancianos podría disfrutar de su momento de gloria. Quizá hubieran ganado la lotería o algo así. Entonces, oyó que los periodistas la llamaban por su nombre.


—¡Paula!


—¿Señorita Chaves? ¡Aquí!


¿Toda esa gente estaba allí por ella? ¿Qué diablos había hecho para que todo ese revuelo estuviera justificado? Una mujer se acercó a ella por encima de la valla y le preguntó:


—¡Paula! ¿Por qué abandonaste La sirenita y saliste huyendo?


Ella negó con la cabeza y continuó andando. ¿A quién le importaba que ella se hubiese perdido un par de actuaciones? Desde luego, nunca se habían sorprendido tanto cuando sí había actuado.


—Paula, ¿Podrías confirmar los rumores de que has estado en una clínica privada después de sufrir una crisis y que la historia de la isla desierta solo es una tapadera? 

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