miércoles, 9 de septiembre de 2020

Culpable: Capítulo 57

 –No me trates como si fuera una figura de porcelana. Te deseo. Ahora mismo...


La sonrisa salvaje de Pedro le encendió la sangre. Se movió debajo de él, abriendo los muslos para que él pudiera penetrarla. Lo que se produjo a continuación, fue una demostración de la habilidad sexual y del férreo control de Pedro. Le provocó varios orgasmos, hasta el punto que ella pensó que iba a morir por la fuerza de tanto placer. Entonces, por fin, se unió a ella, alcanzando el clímax al mismo tiempo que el mundo de Paula se fracturaba en un calidoscopio de mil colores. Estuvieron abrazados durante un largo tiempo, con los corazones latiendo al unísono y los cuerpos entrelazados como si fueran uno solo. Paula no quería que aquello terminara. Cerró los ojos con fuerza y grabó en su memoria aquel momento. Sabía que tanta felicidad no podía durar. Cuando Pedro se hizo a un lado, ella sintió el frío inmediatamente. Ni siquiera cuando él volvió a tomarla entre sus brazos, pudo Paula recuperar aquel momento de perfecta comunión que habían compartido. Se recordó que el placer sexual era efímero. Era natura sentirse defraudada. Sin embargo, era mucho más que eso. A pesar de que su cuerpo había regresado a la normalidad, distaba mucho de sentirse normal. Eso era precisamente lo que la petrificaba. Había perdido una parte de sí misma con Pedro Alfonso. Una parte que jamás podría recuperar.



-Sigo pensando que esto es un tremendo error –dijo Paula en el amplio vestidor de la suite que Pedro tenía en su palazzo de Roma. 


Estaba mirando fijamente las prendas aún metidas en bolsas de plástico que alineaban la pared. Exquisita ropa de diseño. Todo era para ella. Sin embargo, le parecía que aquello no solo era un tremendo error, sino que auguraba una catástrofe.


–¿Cómo has podido pensar que esto ayudaría?


–Porque el ataque es la mejor forma de defensa, ¿No lo sabías? –respondió Pedro desde el baño.


Paula apretó los dientes al escuchar el tono casual de su voz. ¿Acaso no se daba cuenta de lo mucho que ella arriesgaba dejando que la vieran en público con él? Por supuesto que lo sabía y, cuando el plan resultara ser un fracaso, el nombre de Pedro se mancharía igual que el de ella. Tenía que tranquilizarse, pero eso era imposible. Las últimas tres semanas habían sido cualquier cosa menos tranquilas. Contuvo el placer que siempre la atenazaba cuando recordaba las habilidades amatorias de Pedro. Cualquiera pensaría que ya se sentirían saciados, agotados por la cantidad de tiempo que pasaban desnudos. No era así. Al contrario. Paula se sentía llena de energía. Cuando estaba con él casi podía creer que podría conquistar el mundo. No obstante, sabía que aquello no podía durar. Cuando Pedro hubiera conseguido su propósito, los caminos de ambos se separarían. Sabía que a él le gustaban las morenas elegantes, que encajaban en su mundo de un modo que ella jamás podría. Él sentía deseos por hacer las cosas bien, pero nada más. La prueba más clara de todo aquello era que jamás hablaba de un futuro juntos. Cuando todo aquello acabara, centraría su atención en otra mujer que perteneciera a su mundo y se olvidaría de ella. Y lo único que ella tendría serían recuerdos. 

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