viernes, 25 de septiembre de 2020

Bailarina: Capítulo 25

 La sonrisa la había transformado por completo e iluminaba su rostro.


—Sobre todo, aparte de la capacidad de supervivencia, el conocimiento de las plantas, la fuerza física y la capacidad de orientación, lo que nos mantiene con vida en los lugares donde el hombre no está acostumbrado a vivir, es la chispa.


—¿La chispa? —preguntó ella—. ¿Eso no es lo mismo que el fuego?


Él negó con la cabeza mientras colocaba una rama más grande sobre el fuego.


—No, me refiero a la chispa interior. Esa parte de nuestra personalidad que evita que abandonemos, y que continuemos luchando. Si se posee esa chispa interior, uno puede sobrevivir todos los contratiempos, incluso aunque esté atrapado en un territorio extraño —se encogió de hombros—. Estar entrenado en supervivencia facilita las cosas, pero con la chispa interior nada es imposible.


Ella asintió, pero no parecía muy contenta con lo que él había dicho.


—¿Te refieres a algo parecido al alma?


—Eso es.


Ella bajó la mirada hacia la arena. Después, se puso en pie y dió unos pasos hacia la orilla para contemplar el mar, abrazándose y sujetándose los codos. Vaya, quizá aquella mujer de aspecto conformista tuviera más rasgos de diva de lo que él había imaginado en un primer momento. Pedro se encogió de hombros y colocó otro tronco en la hoguera. Pero no lo iba a permitir. Paula tendría que darse cuenta cuanto antes.


—La otra cosa importante es secarse —dijo él, por encima del hombro—. Sube mucho la moral —no pudo evitar añadir.


Ella se volvió para mirarlo y se acercó al fuego, extendiendo los brazos hacia la llama.


Pedro se rió.


—Así te pasarás todo el día tratando de secarte la ropa —dijo él, y mientras la bailarina lo miraba asombrada con sus ojos azules, él comenzó a desnudarse. 


Al parecer, su profecía de que con Pedro Alfonso podía suceder cualquier cosa, no estaba muy lejos de la realidad. Allegra no estaba segura de sí debía sentarse en una silla improvisada y disfrutar del momento o si debía meterse en la cabaña para que ambos se ahorraran pasar un momento de vergüenza. Al oír que alguien resoplaba detrás de ella, se volvió. Diego estaba grabando su manera de reaccionar con el zoom. ¡Y ella comenzaba a odiar ese artilugio! Se volvió de espaldas a él y se reencontró con Pedro mientras se quitaba la ropa. Ya se había quitado la camisa, dejando su torso musculoso al descubierto, y estaba agachado para desabrocharse las botas. Paula tragó saliva. Después, solo le quedarían los pantalones y la ropa interior. Se quedó paralizada. No podía moverse ni mirar hacia otro lado. ¿Por qué reaccionaba de esa manera? No era porque no hubiera visto montones de cuerpos masculinos en su trabajo. Y también había visto suficientes episodios de Fearless Pedro para saber que él no tenía ningún problema en desnudarse si la situación lo requería. Pero en televisión solo mostraban las imágenes tratadas por el equipo de postproducción y siempre ponían un recuadro borroso sobre ciertas partes del cuerpo. Pedro ya se había quitado las botas y se había bajado los pantalones hasta la rodilla. Al ver sus muslos desnudos, Paula sintió que se le secaba la boca. 

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