viernes, 18 de septiembre de 2020

Bailarina: Capítulo 6

 Le dolía todo el cuerpo. Se había despertado a las seis, había realizado su clase de las mañanas y había pasado casi toda la tarde ensayando con Pablo, su pareja de baile, los cambios que el coreógrafo había decidido hacer a última hora. Y el espectáculo que parecía tan ligero y etéreo desde fuera, en realidad había sido agotador. Durante unos segundos, permaneció quieta y con los ojos cerrados.  «Respira hondo y suelta el aire despacio», se ordenó. Al cabo de un momento, abrió los ojos de nuevo. Se volvió y regresó al interior, subió por las escaleras, recogió su copa de champán y entró de nuevo en el salón para perderse entre la multitud.


Paula abrió los ojos y miró el reloj digital que tenía sobre la mesilla. Era demasiado tarde para estar despierta. ¿O demasiado temprano para levantarse? 


Siempre le pasaba lo mismo después de la noche del estreno. Estaba demasiado cansada, demasiado nerviosa, y demasiado pendiente de las críticas que se publicarían al día siguiente. Consciente de que no conseguiría nada tratando de quedarse dormida, abrió el cajón de la mesilla y sacó el mando a distancia del televisor. Al instante, una luz azulona invadió la oscuridad. Rápidamente, silenció el volumen para no despertar a su padre. Cambió de canal montones de veces en busca de algún programa interesante. Justo cuando estaba a punto de abandonar, una imagen hizo que se quedara paralizada. En la pantalla aparecía la imagen de un par de ojos marrones muy masculinos. Y una sonrisa mortal. Conteniendo la respiración, Paula subió el volumen una pizca, lo justo para poder oír. Era Pedro Alfonso. ¡Un hombre muy atractivo! Pura energía masculina y un brillo de aventura en su mirada. Su cabello oscuro caía hacia un lado de su frente y su sonrisa decoraba un rostro de barba incipiente. Ella no sabía que retransmitían programas de Fearless Pedro a esas horas de la noche. Y casi mejor, porque de haberlo sabido habría pasado las noches viendo cómo escalaba montañas y descendía cañones. Y por desgracia, una bailarina con falta de sueño no habría tenido éxito en la Royal Opera House. A veces se sentía muy vieja. Y eso no estaba bien a los veintitrés, ¿No? Sin embargo, se sentía como si se le hubiera escapado la vida entre ensayos y actuaciones, y hubiese envejecido antes de tiempo. Ni siquiera era sorprendente que, en el fondo, deseara hacer algo nuevo. 


Fijó la mirada en la pantalla del televisor y observó cómo Pedro Alfonso explicaba la manera de encontrar comida si uno tenía la mala suerte de quedarse perdido en las montañas. Ella sonrió. Nunca se había fijado en que dentro de las pinas había unas semillas que podían comerse. ¿O sí? Suponía que sí. Había tomado pasta con piñones muchas veces. Simplemente era que nunca había relacionado los pinos de montaña con el paquete de piñones que se vendía en los supermercados. Y por eso le gustaba ver Fearless Pedro. Le recordaba que era joven, y que todavía le quedaba mucho por ver y por aprender.  

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