viernes, 25 de septiembre de 2020

Bailarina: Capítulo 21

 —Será mejor que intentemos descansar un rato —dijo Pedro.


Los tres se tumbaron en el suelo de la cabaña. Pedro se quedó quieto enseguida, pero los otros dos tardaron un rato en acomodarse. Sin embargo, al cabo de un rato, la cabaña quedó en silencio. No se estaban tocando, pero él notaba que Paula estaba tensa incluso tumbada. Era extraño. Su nombre le resultaba cada vez más familiar y creía que Micaela lo había llevado a ver una de sus actuaciones cuando empezaron a salir juntos. Paula Chaves. Ese era su nombre. Él intentó recordar los detalles de aquella noche, pero no tuvo mucho éxito. No recordaba dónde habían ido a cenar antes del ballet, ni si después se habían ido juntos a casa, pero sí recordaba la actuación de Paula.


A pesar de que se había quejado mucho de que Micaela lo llevara a Covent Garden, él se había quedado impresionado por la belleza del ballet. Algo curioso, porque para Pedro la belleza no solía encontrarse dentro de cuatro paredes, sino en espacios abiertos y salvajes. Por aquel entonces, debía de ser muy joven. Poco más que un niño. Y nunca había visto nada que se moviera de esa manera, con tanta libertad y elegancia. Excepto, quizá, la aurora boreal. Sin embargo, aquel día Paula no parecía tener esa capacidad. Una lástima, porque en la jungla uno tenía que ser capaz de adaptarse. Ella necesitaría una gran dosis de flexibilidad si quería sobrevivir a los retos que se le presentarían durante la semana.


Él suspiró, entrelazó las manos detrás de la cabeza y miró hacia el cielo esperando a que salieran las estrellas. Quizá hubiese sido mejor que hubieran seguido hablando, ya que sus dos acompañantes se habían quedado dormidos mientras que él permanecía despierto acompañado únicamente por sus pensamientos. Siempre había pensado que Micaela y él eran una pareja perfecta. ¿Qué diablos había ido mal? No lo comprendía. A pesar de que se sentía triste y decepcionado, no estaba destrozado. Pero suponía que era porque era un hombre fuerte y con gran capacidad de recuperación. Aparentemente, tener el corazón roto no era tan malo como la gente decía. Tenía la sensación de que su corazón ya se estaba recuperando y, al estilo de Fearless Pedro, estaba seguro de que sobreviviría. 

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