miércoles, 23 de septiembre de 2020

Bailarina: Capítulo 19

 Entretanto, Pedro y Diego levantaron una estructura triangular con los palos de bambú y algunas de las cuerdas que ella había preparado. Tenía una plataforma elevada y un tejado inclinado. Cuando consiguieron estabilizarla, cubrieron el tejado con las hojas que ella había recogido. Se podía decir que el interior era un lugar seco. Decir que era un lugar caliente, habría sido exagerar. Los tres treparon al interior. Estaban empapados y se sentaron en silencio a contemplar cómo la lluvia caía con fuerza. Paula nunca había visto llover de esa manera. Habría sido soportable si, al menos, hubiese estado sentada junto a Pedro, pero Diego se había colocado entre ellos y ella ni siquiera podía verlo.


—No crees que puedas encender un fuego, ¿Verdad? —preguntó Diego esperanzado.


—Todo está demasiado mojado —contestó Pedro—. Tendremos que esperar a que el tiempo nos dé una tregua.


—Pensaba que el lema de Fearless Pedro era «¡Espera lo imposible!».


Pedro sonrió y se inclinó hacia delante para mirar el cielo.


—Al menos no estamos en época lluviosa —dijo con seriedad.


Paula estuvo a punto de soltar una carcajada. No lo hizo. Se movió una pizca para sentarse más cómodamente sobre el suelo de bambú. Pedro había dicho que harían un suelo más confortable a base de hojas y musgo cuando pudieran encontrar hojas secas. Entretanto, tendrían que conformarse con aquello. Él se volvió para mirarlos.


—No parece que vaya a escampar mientras sea de día —le dió una palmadita a Diego en el hombro—. Tendrás que quedarte a pasar la noche con nosotros.


Diego masculló algo. «Un momento», pensó Paula, recordando lo que Pedro había dicho antes.


—¿Dijiste que…? —estaba tiritando. Apretó los dientes y lo intentó de nuevo—. ¿Dijiste algo de un hotel?


Pedro suspiró. 


—No te creas todo eso que se dice en Internet acerca de que duermo en hoteles de cinco estrellas y que finjo pasarlo mal. En Fearless Pedro, ésta es la realidad.


Paula miró a Diego. Estaba segura de que Pedro había mencionado algo de un hotel. Seguro que hacían algo así en una emergencia. ¿En momentos así? Pedro se percató de que Paula miraba a Diego y comentó:


—Solo el equipo de rodaje disfruta de esos lujos. Diego tiene que regresar a la base cada noche para cargar las baterías de la cámara, conseguir cintas nuevas y entregarle a Simón lo que ha rodado para que vea las tomas. Por la noche, nos quedaremos solos tú y yo, con una cámara de visión nocturna atada a un árbol y una manual para que la utilicemos si sucede algo interesante.


Paula sintió que le pesaban los hombros. Por si fuera poco, tenía la sensación de que cuando Pedro y ella se quedaran a solas, su concepto de «algo interesante» sería muy diferente al de él. En ese momento, se oyó un fuerte trueno y un gran relámpago invadió la oscuridad. Ella se sobresaltó tanto que la cabaña tembló. Y aunque pareciera imposible, empezó a llover con más fuerza.


—¿No es sorprendente? —dijo Pedro sin dejar de mirar hacia el exterior desde el borde de la cabaña.


—Fabuloso —contestó Diego. 

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