lunes, 28 de septiembre de 2020

Bailarina: Capítulo 27

 Paula dejó de lavarse y lo miró. No podía dejar de sonreír mientras el sol calentaba su espalda y el agua le acariciaba la piel. Aquel hombre era muy diferente a ella. Cuando deseaba hacer algo, lo hacía, independientemente de que fuera una locura o algo peligroso. Tomaba decisiones en cuestión de segundos y siempre acertaba. Ella suspiró despacio, confiando en que él no pudiera oír la nostalgia que había en aquel suspiro. Al cabo de un momento, él sacó la cabeza del agua y la miró.


—Lo es —contestó ella con una sonrisa—. Es perfecto.


El resto prefirió no decirlo.


Pedro se subió a una roca y se volvió para ofrecerle la mano a su estrella invitada.


—No queda mucho —tiró de ella para ayudarla a subir y se volvió para mirar hacia lo alto de la colina—. Cuando estemos arriba podremos hacernos una idea de la extensión de la isla.


Paula no dijo nada. Respiraba de manera acelerada y se llevó las manos a las caderas. No había sido fácil llegar hasta el punto más alto de la isla. La colina no era nada comparado con lo que él estaba acostumbrado a ascender, pero cuanto más cerca estaban del centro, más densa se volvía la vegetación. Incluso a él le había resultado cansador. Había mantenido el ritmo y apenas había hecho que él disminuyera el paso. Diego había sido el que más se había quejado, a pesar de que aquella maravillosa mañana había permitido que el resto del equipo se reuniera con ellos y les proporcionaran algo más cómodo que el bambú para dormir esa noche. Sin embargo, había hecho todo lo que él le había pedido sin rechistar. Ni siquiera se había quejado de las picaduras de insecto que cubrían su piel, y a Pedro no le había quedado más remedio que revisar las conclusiones que había sacado acerca de esa bailarina. Su entrenamiento debía de ser más duro de lo que él pensaba porque aquella chica tenía mucha resistencia. Y arrojo.


Un poco más tarde estaban de pie sobre una roca plana que indicaba el punto más alto de la isla. Pedro respiró hondo. La vista era espectacular.  Miró al resto del equipo, confiando en que Diego y el otro cámara hubieran sacado buenas tomas. Paula estaba a poca distancia de él, observando los alrededores con admiración.


—No se puede mejorar —dijo él.


Ella negó con la cabeza y le dedicó una de sus sonrisas. Pedro notó algo en su interior, como si de pronto se llenara de energía. Notaba en su mirada que ella también tenía un pico de adrenalina, y él se acordó de lo que había sentido la primera vez que vio un sitio como aquel. Se había quedado sin respiración. De algún modo, el hecho de saber que ella estaba sintiendo algo parecido, intensificaba su propia experiencia. Corrió hasta el borde de la roca, se puso de puntillas, estiró los brazos y gritó hacia el viento. 

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