viernes, 18 de septiembre de 2020

Bailarina: Capítulo 7

 Pedro se volvió hacia la cámara y sonrió antes de lanzarse desde una roca al agua del río. Él era tan… Paula no sabía cómo describirlo, pero se sentía viva cuando lo veía en la pantalla. Otro síntoma de la vida tan limitada que tenía que vivir si quería llegar a lo más alto de su profesión. El ballet debía serlo todo para ella. E igual que sentía que no sabía mucho acerca del mundo, sabía que apenas tenía experiencia con los hombres. Sin embargo, al ver a Pedro en la pantalla, deseaba aprender mucho de ambas cosas. Se sonrojó y se mordió el labio inferior. Era como si por fin hubiese descubierto su amor de la adolescencia. En aquellos momentos Pedro Alfonso era para ella y estaba dispuesta a olvidarse de las críticas de ballet y a dejarse llevar por sus cautivadores ojos marrones. Observar el amanecer desde la cima de un glaciar era la manera en que a Pedro le gustaba comenzar el día. El horizonte era azul cobalto y, a medida que el sol ascendía, tornaba a un tono más pálido.


—¡Vaya! —exclamó el actor famoso que estaba a su lado—. Es perfecto —dijo el chico.


—Sí —dijo Pedro.


Aquella imagen no podía mejorarse mucho más. Tomás Thornton y él permanecieron en silencio disfrutando de aquel momento.


—El helicóptero no tardará mucho —dijo Pedro, mirando las mochilas que estaban sobre el hielo.


Cuando se volvió de nuevo hacia la salida del sol, vió que Tomás se disponía a darle un abrazo.


—Gracias, amigo —dijo Tomás, dándole unas palmaditas en la espalda.


—De nada —contestó Pedro.


El actor se separó de él y dió un paso atrás.


—Esto me ha cambiado la vida, Pedro. En serio —se volvió para mirar el amanecer otra vez, pero continuó hablando—. Me siento como si hubiese tirado toda la porquería que he ido acumulando a lo largo de mi vida y hubiera descubierto quién soy en realidad. 


Pedro asintió sin más. Eso era lo que le sucedía a un hombre cuando pasaba una temporada insignificante en la naturaleza salvaje. Por eso a él le encantaba estar allí, o en cualquier lugar alejado de la mano del hombre, sin luz eléctrica ni cobertura de móvil. Le hacía sentirse vivo. En conexión con algo indefinible, algo más grande que él mismo.


—Nunca volveré a ser el mismo, en serio…


Pedro frunció el ceño. Normalmente viajaba solo a ese tipo de sitios. Su intención era disfrutar del silencio, aunque aquel hombre no parecía dispuesto a permitírselo. Pero eso era lo que quería la productora de televisión. No había sido idea suya rodar la quinta serie del programa acompañado de una estrella famosa. Él prefería pasar la semana solo, en un lugar remoto, enseñándoles a los espectadores cómo defenderse en ese entorno. Pero al parecer, a los productores no les parecía suficiente. Suspiró. Tampoco había sido tan horrible. El chico que tenía a su lado había sido una compañía agradable y también había resultado divertido observar cómo iba ganando confianza a lo largo de la semana.


—¿Y quién es tu próxima víctima? —le preguntó el actor.


—Jimena Pirelli.


El actor emitió un silbido de sorpresa.


—¿La tenista?


Pedro asintió. 

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