viernes, 31 de enero de 2020

Mi Bella Embustera: Capítulo 21

—No pienso aceptarlo, ¿Me oyes? —exclamó Rafael  Ashton, fulminándolo con la mirada—. Yo pago impuestos en este pueblo, llevo sesenta y cinco años haciéndolo. Y cuando me roban, tengo derecho a esperar que el jefe de policía de Pine Gulch haga algo más que quedarse de brazos cruzados.

Pedro intentó tener paciencia. En la tienda de Ashton, donde se encontraba en ese momento, uno podía encontrar desde margarina a palas para la nieve. Rafael Ashton la llevaba desde que era un adolescente y, con ochenta años, debería haberse retirado, pero insistía en trabajar todos los días, para frustración de sus hijos y de los policías de Pine Gulch, que tenían que lidiar a menudo con sus quejas.

—Tiene toda la razón, señor Ashton. Siento mucho no haber descubierto quién está robando caramelos de su tienda. Seguramente será una broma de los críos…

—Es hora de que hagas algo, Pedro —lo interrumpió él—. Tal vez una redada.

—¿Una redada dónde, en el colegio?

—¿Por qué no?

Pedro suspiró de nuevo, irritado.

—Si dejase de borrar la cinta de seguridad cada doce horas tal vez podríamos averiguar algo.

—¿Tú sabes lo caras que son las cintas de vídeo?

Habían tenido esa discusión muchas veces y Pedro sabía que era una batalla perdida. Estaba a punto de decir algo cuando sonó la campanita de la puerta y Paula Chaves entró con su carro de la compra. Aunque era un frío y nevado día de diciembre, ella era como un soplo de aire primaveral en una pradera llena de flores y… Tan extraño pensamiento dejó a Pedro sorprendido. ¿De dónde había salido eso? Nervioso, se volvió hacia el señor Ashton.

—Si quiere acabar con los robos, tendrá que gastarse algo de dinero.

—Yo pago mis impuestos y tengo derechos, ¿No? Esos malditos niños me están arruinando y tú no te molestas en tomar huellas siquiera. Voy a llamar al alcalde ahora mismo.

El viejo empezaba a estar terriblemente agitado y Trace decidió calmarlo.

—Entiendo que se sienta frustrado, señor Ashton. Y de verdad lamento mucho no haber tenido más suerte. ¿Por qué no se sienta y descansa un rato? ¿Dónde está Jimena?

La nieta de Ashton solía ayudarlo en la tienda cuando Rafael la dejaba. El hombre hizo un gesto desdeñoso.

—Ha llevado a su madre al médico en Idaho Falls. Parece creer que la tienda puede llevarse sola.

A Pedro no le gustaba mucho Rafael Ashton, pero sintió compasión al ver que le temblaban las manos mientras colocaba unas latas de melocotón en almíbar.

—Tomaré huellas en la estantería de los caramelos si acepta ir un rato a la trastienda a descansar. Su ayudante lo llamará si necesita algo.

—Solo intentas librarte de mí. Luego te irás y mañana volverán a robarme.

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