miércoles, 1 de enero de 2020

Destino: Capítulo 32

Un momento después aparecía Pedro. A Paula empezó a temblarle todo por dentro nada más verlo. Pensó que aquello era ridículo. Desde que había vuelto a la ciudad lo había visto vestido de bombero, con ropa de trabajo cuando estaba en el hostal y en esos momentos llevaba unos vaqueros desgastados, botas de cowboy y un sombrero que le hacía parecer siniestro y peligroso. En cada ocasión parecía recién salido de un calendario de hombres impresionantes, ¿Lo estaría haciendo a propósito? Pedro Alfonso, intentando hacer realidad el sueño de cualquier mujer.

—Aquí están —dijo este, sonriendo de manera irresistible.

De repente, a Paula se le cortó la respiración. Aquello no era justo. ¿Por qué no se había quedado calvo o se había vuelto barrigón? Estaba tan guapo que se sentía débil siempre que se hallaba cerca de él. Pedro se inclinó para darle un beso en la mejilla a su hermana. Dudó un instante y luego, para su gran consternación, le dió otro a ella. Lo único que pudo hacer Paula fue soportar el roce de sus labios en la mejilla mientras su olor, que tan bien conocía, invadía todos sus sentidos, desenterrando todavía más recuerdos. Antes de que ella consiguiese que su cerebro cooperase y dijese algo, los niños lo vieron.

—¡Hola! —lo saludó Sofía sonriendo.

—Eh, princesa. ¿Cómo estás?

—¡Mira! ¡Perritos!

Le tendió el cachorro y Pedro lo tomó en brazos.

—Es precioso. ¿Cómo se llama, Lu?

—Cachorro número cinco —respondió esta—. No les pongo nombre cuando voy a venderlos sin adiestrar. Dejo esa decisión a sus dueños.

—Mira este —dijo Agustín, acercándose a Pedro para enseñarle el animal que tenía en las manos.

—Muy bonito —comentó él, poniéndose en cuclillas.

No tardó en estar rodeado de niños y cachorros. Hasta la cansada madre de estos se acercó a recibir su cariño.

—Hola, Betsy. ¿Cómo vas con esta camada? —le preguntó Pero, acariciándola.

—Gracias por haber venido —le dijo Luciana.

—De nada. Hay pocas cosas que me gusten más que dar un paseo a caballo por las montañas, sobre todo en primavera.

—No vamos a ir muy lejos —le aseguró Luciana a Paula—. En esta época todavía hay demasiada nieve. Por lo menos hasta dentro de un mes.

—Pero la senda de Aspen Leaf está abierta, ¿No?

—Sí. Destry y yo estuvimos el otro día. Por cierto, que hoy también le hubiese gustado venir —le dijo Luciana a Paula—. Brenda se la ha llevado, junto con Gabi, a probarse los vestidos de la boda.

—¿Y tú te has perdido semejante acontecimiento? —le preguntó Pedro poniéndose en pie y acercándose a su hermana y a Paula.

—¿Qué dices? Esto va a ser mucho más divertido. Por si no lo sabías, David se va a casar en junio —le contó a Paula.

—Con la nueva abogada de Pine Gulch. Increíble, ¿Verdad? — añadió Pedro.

Paula ya lo había oído y se alegraba por David, que siempre había sido muy amable con ella. Era el jefe de policía de Pine Gulch y siempre le había parecido mucho más serio que Pedro. Era una persona a la que le gustaba pensar antes de hablar.

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