miércoles, 15 de enero de 2020

Destino: Capítulo 63

Al verlo, el niño sonrió.

—Jefe —le dijo con voz ronca—. Nos has salvado. Lo sabía, sabía que nos salvarías.

Él le agarró la mano, abrumado por la confianza del niño.

—¿Qué pasó, Agus? Sabían que no podían acercarse al agua.

—Sí. Siempre estamos lejos del agua. Siempre. Pero Apolo corrió hacia el río y Sofi lo siguió. Yo fue corriendo detrás de ella y Sofi pensó que era un juego. Se echó a reír y corrió más. Entonces se resbaló y se cayó al agua. Yo no sabía qué hacer. Pensé… pensé que podría sacarla. El año pasado fui a clase de natación. Pero el agua iba demasiado deprisa.

Agustín empezó a llorar y él lo abrazó. Era un chico estupendo, que había querido proteger a su hermana pequeña. Pedro sintió ganas de llorar mientras les daba las gracias a los ángeles de la guarda que habían estado en su equipo de rescate en aquella ocasión.

—Ya estás a salvo. Todo irá bien.

—¿Sofi está bien? —le preguntó Agustín.

Taft todavía no estaba seguro.

—Mis mejores hombres la están metiendo en la ambulancia. Tú también vas a ir con ella.

Antes de que a Agustín le diese tiempo a responder a aquello, Pedro vió llegar el coche de su hermano. Casi no le dió tiempo a asimilar la imagen cuando la puerta del copiloto se abrió y bajó alguien. Paula. Ella se quedó inmóvil un momento, como si no pudiese creer lo que estaba viendo, y luego corrió hacia ellos y abrazó a Agustín.

—Oh, mi niño. Cariño —sollozó—. Estás bien. ¿De verdad estás bien? ¿Y Sofi?

Con Agustín en brazos, corrió hasta donde estaba la niña y la abrazó también.

—Lo siento, señora, pero tenemos que llevárnoslos a la clínica —le dijo Rodrigo—. Están en estado de shock y tienen que tratarlos de una posible hipotermia.

—Por supuesto —respondió ella, palideciendo un poco.

—Van a estar bien, Paula —le dijo Pedro.

O eso esperaba él, aunque no estuviese del todo seguro en el caso de Sofía. Ella lo miró como si acabase de darse cuenta de que estaba allí.

—Estás sangrando.

—Es solo un corte. No pasa nada.

—Y estás empapado.

—El jefe Alfonso nos ha sacado del agua, mamá —anunció Agustín, todavía con voz ronca—. Ha atado una cuerda a un árbol y se ha tirado al agua a salvarnos. Eso es lo que tenía que haber hecho yo para sacar a Sofi.

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