viernes, 17 de enero de 2020

Destino: Capítulo 66

—Sí, tienes razón —respondió por fin en voz baja, para no despertar a los niños, aunque tenía la sensación de que nada habría podido despertarlos después de un día tan cansado—. Es difícil de creer que puedan meterse en tantos líos cuando están despiertos, ¿Verdad?

—Tenía que haber puesto una valla frente al río hace mucho tiempo —añadió Alejandra, como si se sintiese culpable.

Paula negó con la cabeza.

—Mamá, no ha sido culpa tuya. Yo no tenía que haberles quitado la vista de encima. Se les da demasiado bien meterse en problemas.

—Si Pedro no hubiese estado allí…

Paula tomó la mano de su madre.

—Lo sé, pero estaba allí. Y el doctor Domínguez ha dicho que los niños están bien, no tienen secuelas, salvo algún virus intestinal que puedan tener después de haber tragado tanta agua.

—Eso no es nada. Están aquí —comentó su madre, mirando a los niños. Luego la miró a ella—. Seguro que te estás preguntando por qué has vuelto a casa. Apuesto a que piensas que habrías estado mejor en Madrid.

—De eso nada, mamá. Sigo pensando que he hecho lo correcto.

—¿Aunque eso signifique tener que volver a ver a Pedro?

—¿Por qué iba a molestarme tener que verlo?

—No sé, por lo de ustedes, supongo.

—Pero eso no te impidió invitarlo a venir a vivir aquí hace un par de semanas, ¿Eh?

—No pienses que no me he dado cuenta de cómo lo evitabas. Me dijiste que habíais terminado como amigos, pero no estoy muy segura. Todavía sientes algo por él, ¿Verdad?

Quiso responderle a su madre lo que decía siempre, que hacía mucho tiempo de aquello, que ambos habían cambiado y seguido con sus vidas. Pero, tal vez porque había sido un día tan lleno de emociones profundas, no fue capaz de mentir a su madre.

—Sí —murmuró—. Lo he querido desde que era niña. Y es difícil dejar de hacerlo.

—¿Y por qué ibas a dejar de hacerlo? Él también te quiere todavía, hija. Me dí cuenta el día que vino a ofrecerse para ayudarnos con la carpintería. Además, ha arriesgado su vida para salvar a tus hijos. Eso debería ser suficiente para que te dieses cuenta de lo que siente por tí.

Ella intentó volver a convencerse de que no podía volver a tener a Pedro en su vida, pero en esos momentos no encontró ningún motivo.

—Es complicado —le dijo a su madre.

—La vida es complicada, cariño, y dura y agotadora. Y maravillosa. Sobre todo, si tienes a un hombre con el que compartirla.

Paula pensó en su padre, uno de los mejores hombres que había conocido. En esos momentos, habría dado cualquier cosa por que pudiese estar allí con ellas, cuidando de sus hijos. Se estremeció al pensar que tal vez había estado y por eso habían sobrevivido sus hijos. Lo echó mucho de menos en ese momento. Él también había querido mucho a Pedro y siempre lo había tratado como al hijo que siempre había querido tener. Sus padres se habían disgustado mucho cuando habían anulado la boda, pero su padre nunca había intentado sonsacarle los motivos.

—Mientras tú estabas en la clínica con los niños, yo estaba tan nerviosa que necesitaba hacer algo, así que me he entretenido preparando una tarta de manzana con caramelo. No sé si recuerdas que era la favorita de Pedro. Sé que no es suficiente para agradecerle que haya salvado a mis nietos, pero valdrá por el momento, hasta que se me ocurra algo mejor. Iba a llevársela, pero a lo mejor te apetece hacerlo a tí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario