viernes, 31 de enero de 2020

Mi Bella Embustera: Capítulo 22

Pedro dejó escapar un nuevo suspiro.

—He dicho que tomaré huellas y lo haré. Usted sabe que los Alfonso siempre cumplimos nuestra palabra.

Rafael lo miró, pensativo.

—Sí, eso es verdad. Tu padre era uno de los hombres más honestos del pueblo. Si decía que te pagaría en una semana, lo hacía.

El recuerdo de su padre pareció convencerlo.

—Tengo mucho papeleo que solucionar. Avísame cuando hayas terminado.

Rafael se dirigió a la trastienda apoyado en su bastón y Pedro se volvió para mirar la estantería de los caramelos. Era absurdo tomar huellas cuando la mitad del pueblo compraba golosinas allí, pero lo haría para que a Ashton no le diese un ataque. Y luego, tal vez tendría una larga charla con Jimena sobre el presupuesto para seguridad de la tienda.

Estaba colocando los polvos para tomar huellas cuando Paula apareció a su lado, empujando el carrito de la compra. Sus ojos se iluminaron al verlo, pero enseguida intentó disimular. Nunca había conocido a una mujer que guardase tan bien sus emociones. ¿Por qué intentaba ocultarlas? ¿Era algo en él o reaccionaba así con todo el mundo? Le resultaba inquietante lo feliz que se sentía al verla o cuántas veces en la última semana había pasado por delante de su casa con la secreta esperanza de verla en la puerta. No había estado tan interesado en una mujer en mucho tiempo.

—¿Cómo estás? Hace días que no te veo.

—No has pasado últimamente por el Gulch. Al menos, durante mi turno.

—He pasado por allí un par de veces para cenar. «Pero tú no estabas allí».

—Afortunadamente, Luis y Diana permiten que solo trabaje durante el desayuno y el almuerzo, así puedo estar con Gabi cuando vuelve del colegio.

—Son buena gente.

Ella sonrió.

—Sí, ese es el calificativo: buena gente.

Pedro enarcó una ceja.

—Pareces sorprendida.

—No, no me sorprende, es que no estoy acostumbrada. Los Archuleta están siendo increíblemente amables conmigo.

—Son así.

—No dejo de pensar que tuve suerte —dijo Paula—. El Gulch fue el primer sitio en el que pedí trabajo cuando llegué al pueblo. Te habrás dado cuenta de que no tengo experiencia como camarera.

—Lo estás haciendo bien.

—No, no es verdad, pero lo intento. Me sorprende lo pacientes y amables que son conmigo. Busco algún motivo oculto, pero por el momento no he encontrado nada.

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