viernes, 24 de noviembre de 2017

Un Pacto: Capítulo 37

–¿Estás saliendo con alguien más?

 –Pedro, llevo una empresa cuyo trabajo se hace fundamentalmente en verano; tenemos una ola de calor insoportable, y estoy embarazada de cinco meses. Sé sensato.

–Yo tampoco salgo con nadie en Toronto. No tengo ganas. Pienso mucho en tí, Paula.

–Siento mucho la escena con Rafael –dijo ella, ruborizada y vehemente– Si hubiera sabido en el mes de marzo que esto se iba a transformar en algo tan complicado, no lo habría iniciado. ¿Pero qué otra cosa podría haber hecho delante de tu madre que no fuese echarle el muerto a Rafael y esperar que él fingiera también?

–Si lo echan alguna vez del trabajo, podría dedicarse a actor –dijo él cáusticamente.

–Por si te interesa, me echó una bronca después. Él piensa que los niños deben tener a los dos padres.

Ella estaba jugando con una hoja roja, rompiéndola. Se la veía cansada y triste. Pedro le dijo entonces:

–Cuando fui a la oficina a buscarte, Francisco dijo más o menos lo mismo, aunque en un tono un poco más subido...

–He hecho todo lo posible por mantenerlos a distancia.

–Paula, ¿Por qué no nos vamos a bañar a la playa? Ahora.

La cara de Paula se encendió.

–¿De verdad lo dices?

 –A lo mejor hasta te compro helado de cerezas.

–¿Te acuerdas de eso?

–Me acuerdo de todo lo que dijiste e hiciste...

Ella también se había acordado de él muy a su pesar

–Me encanta ir a la playa –dijo ella.

Pedro fue a casa de su madre a buscar su traje de baño y una toalla y luego fue a recoger a Paula. Entonces se dirigieron a las playas del sur, y pararon en una península de la Bahía de Santa Margarita, en un lugar apartado de la gente. Pusieron una toalla y él se desvistió.

 –¿Vamos a nadar?

Ella observó su cuerpo varonil, sin barriga, y dijo:

–Los bañadores para embarazadas son tan sexy como un... hipopótamo.

–¿Me estás diciendo que te sientes como un hipopótamo?

–Más o menos.

–Paula, tú me pareces muy hermosa.

–Pero estoy perdiendo mi figura...

–No tienes por qué estar siempre como una modelo de una revista. Tú eres tú, simplemente.

 Entonces ella siguió desabrochándose los botones del vestido. Su bañador era turquesa, púrpura y verde. Sus pechos estaban más grandes, igual que su vientre, lo que a Pedro le despertó una sensación de posesión inigualable.

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