lunes, 6 de noviembre de 2017

Enemigos: Capítulo 62

–Era la mejor amiga de Luciana en la universidad, y yo la contraté como entrenadora personal. Federico  estaba tan impresionado que le pidió que nos ayudara en todos nuestros gimnasios. Nunca pensé que vería a Fede enamorarse como un loco, pero ocurrió. Cuando Laura y él cortaron durante un tiempo se volvió una persona distinta. Fue un gran alivio para todos que volvieran.Nunca habían dejado de amarse, y fue ese amor lo que les mantuvo unidos.

Paula dejó de comer. Bajó lentamente el tenedor y lo dejó sobre el plato como si ya no pudiera seguir. La alegría parecía habérsele borrado del rostro. Pedro retomó la conversación en un intento de arreglar lo que pudiera haber dicho. Tal vez había malinterpretado la historia.

–En definitiva, Fede no estaba dispuesto a considerar la idea de divorciarse porque la amaba demasiado.

–Eso es muy romántico –Paula estaba completamente pálida. Se reclinó hacia atrás y abandonó la pretensión de seguir comiendo–. Esto está delicioso, pero no tengo mucha hambre. Lo siento.

–No hace falta que te disculpes. Pero hace un instante estabas charlando animadamente y ahora parece que te hubiera dado una mala noticia.

Había estado bien hasta que mencionó a Federico. Pedro sabía que había estado fría con ella en la boda y se dijo que debía comentarle a su hermano que tratara de ser más amable.

–Si ocurre algo, me gustaría que me lo dijeras.

–No pasa nada, solo estoy un poco cansada.

Si estaba cansada, era culpa suya, pensó Pedro cuando salieron del restaurante. Pasaban una buena parte de la noche haciendo el amor. Pensaba que Paula disfrutaba tanto como él de la parte física de su relación, pero ahora se preguntó si para ella no sería una obligación más.

Durante las siguientes semanas Pedro continuó cumpliendo con el papel de marido perfecto. La colmaba de regalos caros, la sacaba por la noche a cenar e incluso la llevó a París para que probara la comida de un restaurante que ella había mencionado. Pero cuanto más lo intentaba, peor se sentía Paula. Pedro empezó a irse a la cama cada vez más tarde, y cuando finalmente se acostaba asu lado, no la tocaba.Para ella fue la gota que colmó el vaso. Lo único bueno que tenía su matrimonio era el sexo, y al parecer Pedro ya no estaba interesado si quiera en eso. Paula era consciente de que antes de casarse con ella tenía una largo historialde relaciones. Se aburría fácilmente de las mujeres y estaba claro que ya se había aburrido de acostarse con la misma.Y si aquella parte se acababa, ¿Qué les quedaba? Ningún Alfonso podría aguantar un matrimonio sin sexo. Tomaría una amante, y eso sería más difícil de soportar para ella que nada. La falta de sexo y las implicaciones que eso encerraba le quitaba más el sueño que el exceso de sexo, y ella estaba cada vez más cansada.Durante el día se dedicaba a trabajar. Pasó un tiempo en el Beach Club haciendo algunas sugerencias para aumentar la popularidad del restaurante. Puso más mesas fuera y cambió la carta. Cuando Pedro le dijo que las reservas habían aumentado el doble se sintió feliz, porque lo que más deseaba era complacerle.Solo se relajaba con Baltazar, y aun así solo si él estaba demasiado ocupado para unirse a ellos. Pero el cumpleaños de Isabella se cernía sobre ella y no había manera de evitar la reunión de la familia Alfonso. Paula sabía que ver a Federicoy a Laura juntos pondría de manifiesto las fisuras de su propio matrimonio. Ellos estaban unidos por el amor. Pedro y ella estaban unidos por Baltazar.

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