viernes, 24 de noviembre de 2017

Un Pacto: Capítulo 36

–Prefiero que sea aquí –contestó ella al fin.

 –Entonces, por lo menos que sea a la sombra.

Ella lo siguió hacia el manzano silvestre, que no sólo los protegería del sol sino que los resguardaría de la vista de los vecinos.

–Si el levantar peso no es bueno para mí, no creo que lo sea pelearme.

–Podrías haberlo pensado hace cinco meses. ¿Cuánto hace que conoces a Rafael?

–Cinco años.

–¿Por qué no le pediste a él que fuera el padre de tu hijo?

–No se me ocurrió –dijo Paula, con sinceridad–. ¿Por qué estás tan enfadado, Pedro?
–Tú llevas un hijo mío... No me parece que sea el momento oportuno para liarte con nadie.

Pero Pedro sabía que era sólo parte de la verdad. ¿Pero cómo iba a decirle que la idea de que otro hombre criase a su hijo cuando naciera lo hería tanto como la pérdida de Martina?

–¿Estás celoso? –preguntó ella con enfurecida calma.

–Sí, estoy celoso.

Si él era sincero con ella, ella también podía ser sincera con él:

–Me hubiera puesto furiosa encontrarte en el concierto con otra persona que no fuese tu madre...

–¿Sabes qué? ¡No soporto a las mujeres que andan jugando con los hombres! –y como no iba a tocarla, apretó una rama a la altura de la cabeza, y jugó con ella Violentamente

–¿Vas a casarte con él?

 –¡No! ¡En absoluto!

–¡Bien! ¡Me olvidaba de que tú no querías casarte! ¿Cuándo va a venir a vivir contigo?

–¡No va a vivir conmigo! Él...

–¿Te has acostado con él? –las uñas de Pedro se hundían en la corteza del tronco.

Paula respiró hondo, y dijo con rabia:

 –¡Me quieres oír! Está casado. Y...

 –¡Paula! Lo primero que me preguntaste cuando nos conocimos hace cinco meses era si yo estaba casado. ¿Por qué no te importa que esté casado él?

–¿Podrías dejar de interrumpirme? –dijo ella, tensa–. Rafael está casado con mi mejor amiga, Sofía, quien tenía un terrible dolor de cabeza anoche. Y ése es el motivo por el que fui al concierto con él.

Pedro se quedó perplejo.

–Sofía... la que tuvo el bebe...

 –Exactamente.

Paula se encontraba cómoda con Rafael  porque eran amigos, no porque fueran amantes, pensó Pedro.

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