lunes, 6 de noviembre de 2017

Enemigos: Capítulo 63

El plan era que después de la fiesta los adultos salieran a cenar. Paula trató de calmarse diciéndose que aquella sería una buena oportunidad para conocer a su familia. Y una excusa para añadir algo de glamour a su existencia. Conscientede que se pasaba la vida vestida con el delantal del chef, decidió que aquella sería la oportunidad perfecta para ponerse alguno de los vestidos que Pedro se había empeñado en comprarle. Trató de recordar cuál era el que más entusiasmo había despertado en él y al final se decidió por el vestido de seda azul.Cuando se lo puso le pareció que le quedaba tan bien que se le subió el ánimo. Tal vez las cosas no fueran tan mal como ella pensaba. No existía ningún matrimonio perfecto, ¿Verdad?

Para emoción de Baltazar, fueron volando en helicóptero y aterrizaron en el jardín del lujoso palazzo de Federico situado en las colinas de la hermosa ciudadde Taormina. Desde allí se divisaba el monte Etna, y a sus pies el cristalino Mediterráneo.

–Este es el lugar favorito de Laura –Pedro la urgió hacia la terraza llevando con cuidado la caja que contenía la tarta que había hecho Paula–. Tuvo una infancia difícil, fue entregada en adopción y nunca tuvo un hogar propio. Fede le regaló esta casa de sorpresa.

Paula se preguntó qué se sentiría al ser amada de ese modo. Cuando doblaron la esquina se sintió amenazada por la cantidad de gente que había.

–¿Quién son todas estas personas?

Pedro escudriñó los rostros.

–El hombre que está al lado del árbol es mi tío, y la de al lado es su esposa.Las dos chicas que están en la piscina son mis primas, trabajan en la sección de marketing de la empresa.

La lista era interminable, incluidos los hijos de los primos y los amigos. Paula volvió a pensar en lo diferentes que eran sus vidas.

–¡Paula! –tan delgada y en forma como siempre, Laura se acercó y le dió un beso en las mejillas–. Bienvenida. ¿Verdad que hace mucho calor? Isabella está un poco abrumada. Estoy empezando a pensar que tendría que haber hecho algo más íntimo.

–¿Conocen los Alfonso ese concepto?

Laura se rió.

–Bien dicho. ¿A tí también te resulta abrumadora esta familia? A mí desde luego me lo parecía. Pero te acabas acostumbrando.

La diferencia estaba en que Laura tenía un marido que la adoraba.

–He traído la tarta. Espero que te guste –sintiéndose ridículamente nerviosa, Paula levantó la tapa de la caja.

Laura contuvo el aliento al ver la tarta.

–¡Dios mío, es perfecta! Un castillo de hadas –exclamó maravillada–.¿Cómo lo has hecho?

–He utilizado la foto que me mandaste de su juguete favorito.

–Las hadas tienen incluso alas y varitas mágicas –Laura estaba asombrada–. Es increíble.

–Voy a dejarla sobre la mesa, no quiero ser el causante de que se rompa –aseguró Pedro colocándola en el centro.

Isabella vió la tarta a lo lejos y se le abrieron los ojos de par en par. Fue su hermana Sofía  la que la arrastró por la terraza hacia ellos.

–Este es su segundo cumpleaños con nosotros –murmuró Laura–. Antes no sabía siquiera lo que era un cumpleaños, así que, si no dice o hace lo correcto,por favor, discúlpala.

A Paula se le llenaron los ojos de lágrimas y las contuvo, pero no antes de que Laura se diera cuenta.

–Lo siento –dijo avergonzada–. No sé que me pasa últimamente. Creo que no duermo lo suficiente.

–No te disculpes. Yo lloro con frecuencia cuando pienso en lo solitaria que era su vida antes de la adopción.

Isabella  le dió las gracias tímidamente por la tarta, pero el verdadero premio para Paula fue la expresión de su rostro mientras examinaba cada detalle. Federico se acercó a ellos y subió a sus hijas en alto, una en cada brazo.

–¿Cuál de las dos celebra su cumpleaños?

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