viernes, 17 de noviembre de 2017

Un Pacto: Capítulo 23

–Entonces me alegro por tí. Pero, Pau, ¿Quién es el padre? No sabía que estabas saliendo con alguien.

Esa era la parte difícil de explicar. Sin saber por qué, Paulasentía que estaba traicionando a Pedro.

–Me conoces mejor que nadie –dijo Paula–. Sabes que no quiero casarme otra vez. Pero desde siempre he querido ser madre. No fue posible con pablo, y mejor así. Pero el mes pasado... conocí a un hombre que no vive aquí, y él estuvo de acuerdo en permitirme ser madre soltera si me dejaba embarazada. Yeso es lo que ha pasado. Que estoy embarazada.

–Va a mantenerte supongo... –dijo Sofía, convencida–. Me refiero a lo económico.

–No, no quiero que lo haga.

 –¡Pau! ¿Quieres decir que no lo volverás a ver?

–Exacto.

–¿Te gusta?

–Sí. Es una buena persona, ése es un motivo por el que lo he elegido. Pero no quiero casarme con él.

–¿Te lo ha propuesto?

–¡No! Ha sido una relación de una noche –pero ella sentía que tal vez no fuera justa esa forma de describir una noche tan hermosa.

–Está casado, ¿No? –sospechó Sofía. Pero Paula negó con la cabeza–. ¿Y sabe que estás embarazada?

–Todavía no. Me he enterado esta tarde, Sofía. ¡No quiero hablar de él! Voy a tener un bebé. Eso es lo importante.

–No hemos hablado nunca de esto, y no es asunto mío, pero siempre he tenido la impresión de que no te interesaba mucho el sexo, Pau, supongo que por Pablo–hizo una pausa, luego agregó con delicadeza–:  ¿Cómo fue? ¿Qué tal fue acostarte con él?

–Maravilloso. ¿Pero y con eso qué?

–Creo que deberías pensar en la posibilidad de formar una relación con él. Ser madre es un trabajo difícil. Muchos días estás que te subes por las paredes, y si no tuviera a Rafa para relevarme... Él es un padre excepcional. Sabía que lo sería. Ese ha sido uno de los motivos por los que me casé con él. Ese y sus piernas. Debo admitir que los tobillos de Rafa me vuelven loca –Sofía siguió–: Podría criar a Valentina  y Bruno sola si tuviera que hacerlo, por supuesto que lo haría. Pero sería muy duro y me sentiría muy sola en esa tarea. Y Valen adora a su padre. Cuando él llega a casa es una fiesta para ella.

Paula dijo acaloradamente:

–¿Quieres decir que las madres solteras no son buenas sólo porque son solteras?

–No, no es eso lo que digo. Pero si tienes otra posibilidad, y él es un hombre bueno, tienes que pensarlo muy bien.

–¡No quiero casarme otra vez!

–No todo el mundo es como Pablo. Rafa no es así.

 –No, por supuesto que no.

–El problema era Pablo, no el matrimonio.

Entonces Paula dijo:

 –Me sentía atrapada con Pablo, asustada... Si te soy sincera, cuando yo quise que se fuera él se negó. Todas esas cosas... ¡Me espanta la idea de que un hombre controle mi vida!

–¡Apenas me habías hablado de Pablo hasta esta noche!

–Y ahora sólo te lo cuento porque eso explica por qué no quiero casarme...

–No quiero agobiarte. Tú eres mi mejor amiga, y quiero lo mejor para tí –dijo Sofía afectada.

–Este bebé es lo mejor para mí. De verdad, Sofi.

El rostro de Sofía se relajé y sonrió.

 –En ese caso... Dime, ¿Cómo te sientes?

–Asustada. Excitada. Sorprendida. Apabullada.

–Bueno eso es el principio. Puedo dejarte montones de libros. Y para diciembre Bruno ya no necesitará el cochecito, y ya no le servirá mucha ropa. De hecho, ya ha crecido mucho. ¡Oh, Pau! Nos lo pasaremos muy bien, verás.

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