lunes, 6 de noviembre de 2017

Enemigos: Capítulo 61

–Te lo pasarás bien en la fiesta. Es una oportunidad para juntarnos todos –Pedro la apartó suavemente y le apartó el pelo de la cara para poder mirarla–.Isabella cumple seis años, y mi familia siempre celebra los cumpleaños por todo lo alto –sin soltarle la mano, dejó las bolsas en la parte de atrás del coche–. La fiesta será en su casa de Taormina, llegaremos allí en helicóptero.

–¿Vamos a quedarnos en casa de Laura y Federico?

–¿Hay algún problema? –Pedro le abrió la puerta y trató de no fijarse en sus piernas cuando se sentó en el asiento del copiloto–. Tu abuelo parece haberse recuperado muy bien y todavía tiene una enfermera de noche. Si te preocupa el resto del día, puedo arreglarlo.

–No me preocupa. Giuliana estará por ahí.

Pero Pedro se dió cuenta de que algo la inquietaba y trató de descubrir la causa.

–¿Te agobia un poco todo el tema de la familia Alfonso?

–No. Creo que son muy afortunados. Tienen una familia maravillosa.

Hablaba como si no formara parte de ella. Pedro aspiró con fuerza el aire mientras ella se ponía el cinturón de seguridad sin mirarle. Rodeó el coche y tomó asiento tras el volante.

–Mi familia es tu familia, cariño –aseguró arrancando el motor–. Ahora eres una Alfonso.

Paula se quedó mirando hacia delante.

–Sí. Podría hacer la tarta de cumpleaños –sugirió con inseguridad–. Pero si prefieren hacerla ellos...

–No, creo que eso les encantará –Pedro condujo unos minutos antes de detenerse frente a un pequeño restaurante que había sido su favorito durante años–. Hoy vas a comer algo cocinado por otros. Este sitio es increíble. Incluso tú te quedarás impresionada.

Pedro escogió una mesa tranquila en un rincón del patio bajo la sombra de una parra cargada de uvas maduras. De la cocina salía un tentador aroma a ajo y especias, y el sonido de las conversaciones se mezclaba con las voces de los cocineros. Pidieron una selección de platos para compartir y Pedro la vió probarlos. Hubo un momento en que se levantó y fue a la cocina para preguntarle algo al chef que luego apuntó en una libreta que llevaba en el bolso.

–Esto está muy bueno. Pero yo no le pondría piñones –diseccionó la comida con el tenedor para estudiar la composición–. Y seguramente añadiría menos especias porque enmascaran el sabor del pescado. Servido con una ensalada verde sería perfecto para el Beach Club. He estado pensando en ello.

–¿En la carta del Beach Club?

–Quieres atraer gente deportista. Así que deberías servir comida ligera y sana acompañada de platos de pasta que proporcionen carbohidratos sin lascalorías extra de las salsas. Aumentar la oferta de verduras y pescado –Paula tomó algunas notas más.

Pedro la observó pensando en que la había subestimado.

–¿Estarías dispuesta a revisar las cartas de todos los restaurantes del grupo Alfonso?

Paula se sonrojó.

–¿De verdad quieres que lo haga?

–Sin duda. Cuando construimos un hotel nuevo, Laura supervisa el gimnasio. Nos aconseja sobre equipamiento y nos ayuda a contratar el personal adecuado.

Paula guardó la libreta y agarró el tenedor.

–¿Así es como Federico conoció a Laura? ¿Trabajaba para tí?

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