miércoles, 22 de noviembre de 2017

Un Pacto: Capítulo 33

Paula se sobresaltó y miró alrededor. Entonces descubrió a Ana, y luego, de pie a su lado, a Pedro.

–No estoy casada –contestó ella.

Ana era muy moderna para esas cosas, y le dijo:

 –He tenido poco tacto, realmente, ¿No? Por cierto, ésta es Nancy Slaunwhite, una prima de mi marido, y ¿Te acuerdas de Pedro, verdad?

« ¡Oh, por supuesto que lo recuerdo!», le hubiera dicho. Pero los buenos modales no la dejaron patearlo con sus sandalias de tacón.

 –Este es Rafael Brownlee.

 –Enhorabuena, señor Brownlee. Paula, ¿Para cuándo esperas? – preguntó Ana.

–Para diciembre. ¿Está disfrutando del concierto?

¿Qué otra cosa podía decir en medio de semejante farsa? ¿Que Rafael era el marido de una amiga suya? ¿Que el padre de su hijo estaba al lado de la señora Martínez? Nancy Slaunwhite hizo un comentario sobre la música, que dió para conversar un rato, sobre todo intervino Rafael, que era un amante de la música sinfónica. Pedro estaba mudo. No hacía falta.

 –¿Te encuentras bien, Paula? –preguntó Ana.

 –Muy bien, gracias. Los primeros tres meses fueron malos, lo reconozco. Pero ahora estoy bien.

–Ahora comprendo por qué tu ayudante es el encargado de mi jardín. Lo está haciendo muy bien.

Paula le preguntó entonces por los árboles y las plantas de su jardín, pero se daba cuenta del peso del silencio de Pedro, y de la cercanía de su cuerpo. El corazón de Paula estaba agitado como el de un pájaro aterrorizado.

–¿Lo estamos aburriendo, señor Alfonso? –preguntó Paula.

De los ojos de Pedro parecieron salir chispas.

–No, no estoy aburrido, señorita Chaves. Dígame, ¿Piensa casarse con el padre de su hijo? ¿O está más allá de esas fastidiosas barreras morales?

La madre de Pedro bufó por lo bajo por la acritud de su hijo.

–Bueno, en realidad, él no me lo ha pedido. Me refiero a que me case con él.

–¡Qué mal de su parte! ¿Y aceptaría usted si él quisiera enmendar su error?

Ella no comprendía por qué le seguía esa estúpida conversación.

–¿Usted cree que debería hacerlo? –preguntó ella, mirando a Rafael, que no negaba el papel que le había asignado, pero estaba tenso.

–Se vuelve al vestido blanco; y parece que los valores de familia vuelven a estar de moda...

–Siempre me ha sentado bien el beige. Pero no creo que él me lo pida.

–La vida está llena de sorpresas –dijo Pedro.

Rafael  la tomó del codo y le dijo:

–Es mejor que volvamos a los asientos, bonita. Aquí hace más calor que adentro. Encantado de conocerlos...

–Que disfruten del resto del concierto –dijo Paula, sonriendo a la señora Martínez, y a Pedro–. Adiós.

Rafael la llevó a los asientos.

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