lunes, 1 de enero de 2024

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 67

Paula no podía hacer nada de lo que hacía normalmente para aliviar la tensión, por lo que la gran bola de nervios e infelicidad se estaba haciendo cada vez más grande dentro de ella. Ni incluso cuando sus padres las habían abandonado podía recordar haberse sentido tan deprimida.


—¿Por qué has venido aquí, Pedro? ¿No sería mejor que te mantuvieras apartado?


—Paula, he cometido errores. He sobrevivido al engaño de mi ex mujer y de mi hermano para luego hacer daño a mi hija; la persona a la que más tenía que proteger —Pedro apretó las manos con más fuerza—. No quiero que esto, que nosotros, también seamos un error. Estamos hechos el uno para el otro, tú y yo. Si pudieses confiar en mí…


—Quiero hacerlo —todo el amor que Paula sentía por Pedro la invadió— . Quiero estar contigo.


Se percató de que Valentina se estaba bajando del puente y que se echaba en un montículo cubierto de hierba, pero no podía dejar de pensar en aquello. Por primera vez, admitió el resto de sus miedos.


—Yo no tengo nada que darle a… Una familia. Durante meses he luchado para tratar de controlar mis sentimientos, me he sentido vacía e infeliz, de alguna manera desconectada. Te amo, Pedro, tanto que a veces me duele sólo al respirar y saber que no estás ahí. Me preocupo por Valen y quiero estar en sus vidas, pero los recuerdos de mi pasado se oponen a ello. Tratar de dar tanto, tratar de amar tanto, me asusta. ¿Qué ocurriría si me comprometo contigo y no logro ser una buena madre para tu hija? 


Lo miró, desnudando sus sentimientos ante él.


—¿Qué ocurriría si no fuese suficiente para tí? ¿Si te fallara de alguna manera? ¿Si no quisieras estar más conmigo? ¿Qué ocurriría si yo diera y diera y luego no hubiese nada más que dar?


—Yo siempre te querré y te amaré, Paula.


Aquellas palabras tenían la misma áurea de verdad que cuando él le había hablado a su hija en términos similares.


—Y mientras tú des, yo también lo haré. Nos llenaremos el uno al otro si me permites darte ese apoyo.


—No comprendo —dijo Paula, pero de repente recordó.


Recordó a Carla, enfadada y decidida, la primera vez que hubo llevado a casa el cheque con el que le habían pagado en el trabajo. Le había suplicado que le dejara aportar aquella cantidad de dinero para los gastos de la familia. Le había dicho que sabía lo que estaba haciendo y que era su decisión. Recordó a Sofía, cuando todavía había estado en el colegio, perdida, con miedo, pero decidida a compartir el peso de la carga emocional que le correspondía. Le había pedido que le hablara de cómo se había sentido cuando sus padres les hubieron abandonado, ya que nunca había hablado de ello. Le había dicho que ella podía abrazarla. 

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