lunes, 8 de enero de 2024

Juntos A La Par: Capítulo 6

 —¿Es el programa de rehabilitación? —preguntó, mirándolo. Pedro no había hecho ninguno de los ejercicios—. Puedo ayudarte a hacerlos. Es hora de comer.


—Los haré antes de ir a la cocina —dijo él, haciendo ademán de quitarle el papel—. Mientras, puedes organizar la comida.


Paula hizo como que no le oía y fue a hacer una fotocopia del papel. Luego le pasó el original y desapareció en la cocina. Mientras calentaba una sopa, salió a ver a Simba. Parecía contento, pero ansioso por jugar. Tras dedicarle unos minutos, entró en la casa. Todavía no había llegado el momento de presentárselo a su jefe. Pedro entró en la cocina al poco de que ella lo hiciera.


—La comida está lista —dijo Paula señalando la mesa—. Siéntate.


Pedro olisqueó el aire.


—¿A qué huele? Unos sándwiches habrían bastado. Hay jamón y queso en el frigorífico.


—He traído una sopa que hice ayer por la noche —según sus hermanas, sus habilidades culinarias dejaban mucho que desear, y sus cuñados estaban de acuerdo, pero Paula pensaba que sólo lo decían por tomarle el pelo. A ella todo lo que cocinaba le sabía bien—. Espero que te guste la calabaza. Además de otras verduras, tiene un toque de curry y algunas especies italianas. De segundo, haré unos sándwiches calientes.


—Vale —Pedro se sentó con gesto de dolor—. Suena… Interesante.


—Precisamente. Soy de la opinión que las especies añaden sal a la vida —dijo ella. Llevó dos tazones con sopa a la mesa y se sentó frente Pedro—. Necesitas comer bien para mejorar.


—Buena comida y tranquilidad, aire fresco, descanso y olvidar todos los problemas —su jefe dijo aquellas palabras como si repitiera de memoria. Probablemente era lo que le había dicho el médico, aunque sonaba un tanto exagerado teniendo en cuenta que sólo se recuperaba de un par de fracturas.


Pedro apretó los labios y probó la sopa con desconfianza. Arrugó la nariz y la olió. Dió otro sorbo y se sirvió un vaso de agua que bebió precipitadamente.


—Me alegro que hayas decidido seguir el consejo médico y descansar —dijo ella, aunque viendo lo que trabajaba, no quería ni imaginar cuál era su nivel normal de actividad.


Probó la sopa a su vez y sonrió con satisfacción. Deliciosa. Alzó la mirada enarcando las cejas esperando que su jefe expresara su opinión. Pedro carraspeó.


—¿Dices que la hiciste ayer para poder traerla?


—Sí. Tardé un par de horas, pero quería que tuvieras algo sustancioso para comer y supuse que hoy no tendría tiempo de prepararla —y en eso no se había equivocado. 

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