miércoles, 10 de enero de 2024

Juntos A La Par: Capítulo 15

 —Dejaré el ordenador abajo para que puedas usarlo a primera hora. Tienes razón, es una gran idea. Buenas noches.


Paula cerró la puerta y bajó las escaleras de puntillas mientras se decía que debía considerarse afortunada por alejarse de una tentación de la magnitud que representaba Pedro Alfonso. Le daría unos minutos para aceptar que le había quitado el ordenador y se acostaría. Con ella se llevaría a Simba. Si él insistía en seguir trabajando, tendría que impedírselo. Sabía cómo debía actuar para que mejorara de sus lesiones, pero no estaba tan segura de ser capaz de dominar la atracción que sentía hacia él. Ésa iba ser la parte más difícil de su trabajo: Asegurarse de que erigía una muralla protectora a su alrededor lo bastante alta como para no poder asomarse al otro lado. ¡Nunca se había encontrado en una situación parecida!


Pedro se había quedado dormido mientras esperaba a que Paula volviera de la cocina para exigirle que le devolviera el ordenador. Era una chica lista. No podía negar que habría querido que se quedara a su lado para charlar. Y para más cosas. Por eso mismo se había referido a ella como a una niña, para obligar a su cuerpo a rechazar la tentación de tomarla en sus brazos y tratarla como a una mujer. Cuando le había pedido que se marchara, ella parecía haber intuido las razones de fondo. Y en caso de que las compartiera, él tendría que ocuparse de hacerlas añicos. Ella parecía estar actuando en esa misma dirección. Aunque demostrara ser joven en su entusiasmo y en la inocente determinación con la que quería cuidar de él, era toda una mujer. Una inteligente mujer. Dejó escapar un gruñido ahogado. Además, había conseguido que durmiera toda la noche por primera vez desde el accidente, una humillante caída en uno de los edificios que construía su empresa. Aun así, debía ser él quien pusiera el límite a Paula Chaves y sus atenciones médicas. Y al mismo tiempo apagar la violenta atracción que despertaba en él. Tragó las pastillas para la tensión haciendo una mueca y con la determinación de dejar de tomarlas lo antes posible, convencido que su médico se estaba excediendo en las medidas preventivas que estaba tomando con él. En cuanto volviera a hacerle un chequeo, comprobaría que los últimos resultados eran anómalos y le dejaría en paz. Con ese pensamiento, salió de su dormitorio con la férula del tobillo en la mano. Sabía que Paula estaba levantada porque le había oído abrir la puerta del jardín y, a su pesar, sintió que el corazón se le alegraba al acercarse a la cocina. ¿Qué interesante desayuno habría preparado? ¿Cómo se habría vestido? El curry de la noche anterior le había resultado delicioso una vez se sobrepuso al efecto inicial del picante. 

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