lunes, 29 de enero de 2024

Juntos A La Par: Capítulo 54

 —¿Estás incómodo?


—Sí —dijo él en un tono que hizo sentir a Paula una oleada de calor— . Y el tobillo también me molesta. Duérmete, Paula.


—Pedro… —empezó ella, aunque sin saber qué quería decir—. Buenas noches.


—Buenas noches —dijo él, y se giró de espaldas a ella. 


Paula podía olerlo a pesar del perfume que desprendía la vela. Necesitaba olvidar que lo tenía al lado e imitar el autocontrol que él demostraba tener. Cambió de postura, hundió la cabeza en la almohada, apretó los ojos. Intentó convencerse de que en cualquier momento se dormiría y no despertaría hasta el día siguiente. Y descubriría que no se había humillado pegándose a él o acurrucándose a su costado tal y como anhelaba hacer. Cambió una vez más de postura buscando reposo mental y físico. Finalmente, cayó en un sueño agitado.


Pedro deseaba tanto a Paula que le dolía todo el cuerpo. Había sentido cómo se revolvía y agitaba hasta que por fin se había quedado dormida. Sólo entonces pudo él respirar y relajarse parcialmente. Acercando su almohada a la de ella, se había acercado y había apoyado su cabeza lo más cerca posible del cabello de Paula. Aunque era como estar entre el cielo y el infierno, el aroma relajante de la vela, y el agotamiento tanto físico como mental, contribuyeron a que finalmente lograra relajarse. Sus sentimientos hacia ella eran cada vez más profundos. No era sólo una cuestión de atracción sexual. Quería conocerla, profundizar en su alma, y era la primera vez en su vida que sentía algo así. Pero no podía permitírselo. En ese momento, Paula susurró algo en sueños y, girándose sobre el costado, pegó la nariz al cuello de Pedro y comenzó a roncar suavemente. Una oleada de ternura y emoción invadió a Pedro hasta casi ahogarlo. En su pecho se instaló una presión que no tenía nada que ver con el dolor, y todo, con ella. Como si se moviera por voluntad propia, su cuerpo seadaptó al de ella y su boca quedó a unos milímetros de la de ella, tan cerca que su cálido aliento le acariciaba los labios. Por la mañana, se separaría de ella; Paula no tenía por qué enterarse de la irresistible tentación que había sido tenerla a su lado.


—¡Ay! —el grito de dolor de Pedro sacó de golpe a Paula de un reconfortante y placentero sueño. Aunque se movió deprisa, le dió tiempo a notar que Grey se separaba precipitadamente de ella y a darse cuenta de que habían dormido uno en brazos del otro.


Pedro se sentó y se asió la pantorrilla. 

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