lunes, 15 de enero de 2024

Juntos A La Par: Capítulo 22

Después de hablar con distintos departamentos, Coates y McCarty le informaron de los últimos detalles de Beacon's Cove. Las noticias no eran particularmente alentadoras.


—Me cuentan todo lo que saben —Pedro se inclinó hacia delante—, y todo lo que piensan. Tiene que haber una solución que impida que perdamos todos esos millones. 


Pedro oyó que Paula dejaba escapar un resoplido de sorpresa antes de seguir tecleando, pero no perdió la concentración en la conversación, que todavía duró dos horas más. Cuando cerraron la conexión, se sentía tenso y le dolía el pecho.


—He copiado todo. ¿Quieres que lo ponga en limpio o prefieres que prepare la cena? —preguntó Paula, que todavía no se había recuperado de la conmoción de saber la cantidad de dinero que su jefe podía perder con uno solo de sus contratos.


Pedro la miró como si le sorprendiera que siguiera allí. Tenía los labios apretados en un rictus.


—Por ahora, basta con que dejes las notas, pero puede que en algún momento necesite repasarlas. Será mejor que prepares la cena —dejó escapar una exclamación de rabia—. No puedo hacer nada más desde aquí. Les he dicho cómo actuar, pero… —dejó la frase sin concluir.


Paula preparó una crema de albaricoque con coco y la puso a gratinar mientras hacía unas verduras fritas y unas albóndigas con salsa agridulce. En cuanto lo dejó en la mesa, fue a buscar a Pedro. Lo encontró en el salón, tumbado en el sofá, con la hoja de ejercicios delante de él. Tenía los ojos cerrados, pero los abrió como si la hubiera oído.


—Pareces cansado —dijo ella.


—Estoy bien, sólo me duele un poco el tobillo. El resto está mejor — se puso en pie.


¿Qué quería decir con «El resto»? Paula hubiera querido que la usara de muleta, pero pudo imaginar la reacción que la esperaba si llegaba a ofrecerse.


—Ven a comer. Puede que la comida te dé energía. No está demasiado picante —recordaba haberle visto frotarse el pecho—. Si tienes acidez…


—Estoy perfectamente —dijo él, mirándola con enfado.


Paula decidió no seguir discutiendo y le alivió ver que, después de comer, Pedro recuperaba el color. Su aspecto le había preocupado verdaderamente.


—Ha habido algunas llamadas. Ninguna era urgente.


—Puedes resumirlas mientras hacemos los ejercicios —dijo él. Y la precedió al salón. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario