miércoles, 31 de enero de 2024

Juntos A La Par: Capítulo 56

 —No puedo… —«Expresar lo que siento», quería pero no podía decir. 


Tendría que demostrarlo. Inclinó la cabeza y besó a Paula con ternura. Ella sonrió y se ajustó a él. En aquel momento, Pedro, tal y como ella le acababa de suplicar, la amaba tanto como le era posible. Sus miradas se encontraron y pensó que podría seguir así el resto de su vida, con los brazos de Paula alrededor de su cuello, cada milímetro de su piel pegado al suyo. Los gemidos de Paula le llevaron al límite en varías ocasiones, pero aguantó hasta que ella se arqueó y de su garganta escapó un prolongado gemido mezclado con su nombre. Entonces Pedro se dejó ir y sintió emociones que nunca había experimentado y que ni siquiera llegaba a comprender, pero cuya intensidad era innegable y estaba vinculada a ella. Dando un profundo suspiro, Paula le rodeó la cintura con los brazos y se acurrucó en su pecho. Pedro le acarició el cabello mientras se decía que la deseaba más que nunca.


—Eres preciosa —susurró. Paula había roto sus barreras con su generosidad y su inocencia, y le había hecho abrirse a los sentimientos—. ¡Ojalá no te hubiera hecho daño! «Ojalá no te lo haga nunca».


—Apenas lo he notado —los ojos de Paula se entornaron y las palabras sonaron confusas—. Creo que me estoy quedando dormida. Siempre he pensado que sería tan cálido como una botella de agua caliente —farfulló.


Pedro tuvo que contener la risa ante un comentario tan inesperado. Apenas terminó de pronunciar la última palabra, Paula se quedó dormida. 


—Quiero abrazarte mientras duermes —susurró él. Y dando un suspiró, apoyó la cabeza de Paula en su pecho y cobijó su cuerpo junto al de él.


En lugar de sentirse saciado después de hacer el amor con Paula, quería algo más de ella. No sabía qué, ni cómo conseguirlo. Ni siquiera si podría conseguirlo. Sólo sabía que la deseaba en sus brazos y que quería adorar su cuerpo una y otra vez… ¿Hasta cuándo? Hasta que se separaran porque Paula dejara de trabajar para él. Ésa era la respuesta lógica. Apretó los labios y acabó por dormirse mientras se repetía que no la dejaría marchar. Cuando la vela se extinguió, en la total oscuridad, Pedro despertó a Paula y le hizo el amor otra vez hasta que los dos colapsaron al mismo tiempo, estremecidos y exhaustos. Él se quedó dormido acariciando el cabello de Paula. Ella tardó. Aquella noche había hecho algo que ya no tenía marcha atrás y de lo que no se arrepentía. Sentía que había hecho lo correcto al entregarse a Pedro porque con su cuerpo le había entregado parte de su corazón. A partir de ese momento tendría que encontrar una manera de seguir adelante porque, al margen de sus sentimientos y deseos, la realidad era que él no quería ningún tipo de compromiso. Sintiendo un súbito escalofrío, Paula se puso el pijama y se cubrió con la manta. 

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