miércoles, 17 de enero de 2024

Juntos A La Par: Capítulo 30

 —Aunque no lo creas, los enfados no siempre se me pasan tan rápidamente —dijo ella con tono ofendido antes de limpiarse con la servilleta.


Pedro miró el reloj.


—Deberíamos ir al fisioterapeuta —se puso en pie y en tono solemne anunció—: No me va a quedar más remedio que seguir las indicaciones del médico y descansar durante varios días. Puede que no me guste y que me vuelva loco en el intento, pero tomaré las medidas necesarias para que todo quede bien atado.


—Muy bien —dijo Paula, mientras se preguntaba si «Varios días» serían suficientes, pero prefirió no expresar sus dudas.


La consulta estaba al lado del bar y la recepcionista hizo pasar a Pedro directamente. Paula aprovechó para calmarse. Cuando Pedro salió, fueron directos al coche y él hizo una llamada antes de indicarle dónde iban.


—Quiero mantener una reunión con los jefes de todos los departamentos. Si falta alguno, que venga su sustituto —dijo al teléfono.


Cuando acabó la conversación, se volvió hacia Paula.


—Tenemos que ir a las oficinas de la compañía. En cuanto deje todo organizado, volveré a casa —explicó con el ceño fruncido.


Por unos instantes Paula pensó que la frustración lo dominaría, pero finalmente le vio apretar los dientes y mirar hacia delante con expresión decidida. Condujo en silencio y no hizo ningún comentario hasta que detuvo el coche en el estacionamiento subterráneo de las oficinas.


—Supongo que prefieres que espere aquí —dijo con voz queda.


—No, quiero que vengas conmigo —dijo él.


Cuando sintió la mano de Pedro en su espalda, se le paró el corazón antes de acelerársele. Y eso que sólo le había rozado para indicarle el camino.


—Ejerces un efecto relajante en mí —Pedro tomó aire y lo exhaló bruscamente—. Sé que no me he comportado demasiado bien desde que nos conocemos, Paula, y que el beso ha complicado las cosas…


—Ya —se limitó a confirmar ella.


Llegaron al ascensor en silencio y subieron hasta el décimo piso. 


—Debería haberte preguntado qué venías a hacer a la oficina —dijo ella. Pero había tenido la sensación de que Pedro necesitaba asimilar el paso que iba dar.


—Vengo a anunciar que me voy a tomar unas cortas vacaciones —las puertas del ascensor se abrieron y Pedro le hizo un gesto para que saliera delante—. Normalmente, sólo me tomo un descanso entre Navidad y Año Nuevo, que es cuando hay menos actividad.


—¿Y crees que eso es bastante?


—Siempre he creído que lo era —Pedro se tensó al salir del ascensor y respondió a los saludos respetuosos que recibió de los empelados con los que se cruzaron.


Las oficinas eran de una refinada elegancia, con tecnología punta y materiales de lujo.  Paula fue motivo de curiosidad y recibió una buena cantidad de miradas. Ver a tanta gente y saber que trabajaban para Pedro le hizo consciente, una vez más, de que estaba junto alguien poderoso y con un gran prestigio.


No hay comentarios:

Publicar un comentario