lunes, 15 de enero de 2024

Juntos A La Par: Capítulo 25

Él le dirigió una mirada especulativa.


—¿Por qué estás tan enfadada?


Claro que estaba enfadada, además de muchas otras cosas que no era capaz de analizar. Decidió aferrarse al enfado.


—Ha llamado tu médico para asegurarse de que acudirías a la cita — dijo, dando énfasis a cada palabra al tiempo que iba hacia la puerta y salía al descansillo.


—¿Qué más ha dicho? —Pedro la siguió—. Por tu cara, sé que hay algo más.


—Me has engañado —le acusó ella con una mezcla de rabia y ansiedad—. He venido a cuidar de tí, y en lugar de eso, me has utilizado para trabajar a destajo —inconscientemente, dio un paso hacia él—. El médico te dijo que te alejaras del trabajo y sólo te has limitado a trasladarlo contigo. «¿Por qué no has confiado en mí? ¿Por qué no me valoras lo suficiente como para hablarme de tus problemas?».


—Tengo responsabilidades —Pedro apretó los labios. Apenas lo separaban de Paula unos centímetros—. Construí mi empresa desde cero y la convertí en lo que es hoy en día, así que tengo todo el derecho del mundo a ocuparme de ella. En cambio, el doctor Cooper no tiene derecho a discutir mi salud contigo.


—Supongo que tienes razón. Por eso soy la persona contratada para cuidar de tí las próximas semanas —dijo ella, alzando la barbilla con gesto digno—. ¿Por qué no me pusiste al tanto? El médico ha dicho que tienes antecedentes familiares que exigen que tengas especial cuidado.


—Mi madre murió joven de un ataque al corazón. Mi padre, hace cinco años por problemas derivados de su estilo de vida. Pero yo no estoy enfermo —dijo Pedro, irritado—. El médico se ha preocupado en exceso por unos resultados que podrían deberse al propio accidente o a cualquier otro motivo.


Paula se quedó mirando a Pedro mientras intentaba aferrase a su enfado, pero otro sentimiento fue dominándola. Él apenas hablaba de su padre, no parecía sentirse particularmente próximo a sus madrastras y apenas había conocido a su madre. ¿No habría sentido a lo largo de su vida un profundo sentimiento de soledad? La compasión se mezcló con la rabia. Y decidió que desde ese momento cuidaría de él de la manera más profesional posible y sin implicarse emocionalmente.


—Escucha —continuó él, pasándose la mano por el cabello mientras buscaba las palabras adecuadas—. Siento no haber sido más sincero. No estoy acostumbrado a que me ayuden.


En aquel momento Paula lo encontró tentador, vulnerable, irritante, perdido… Y por encima de todo, aislado.


—¿Eso quiere decir que a partir de ahora vas a dejar que me ocupe de tí? —preguntó, enfurruñada.


—Si todavía quieres, lo intentaré —dijo él con una voz que fue como una caricia.


Paula suspiró y sintió que se disipaban los últimos vestigios de su enfado.


—Claro que quiero.


Se produjo un silencio en el que se oyó la respiración de él y Paula sintió el calor que irradiaba su cuerpo. Ella exhaló el aire bruscamente la ver el fuego con el que Pedro la miraba.

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