lunes, 29 de enero de 2024

Juntos A La Par: Capítulo 52

 —A la cama… Quiero decir, voy a retirarme —balbuceó Paula, levantando a Simba del sofá—. Primero voy a llevar a Simba a tomar un poco de aire.


—Yo voy a escuchar un poco más de música. Tengo que reconocer que tu selección me intriga —dijo él en un tono aparentemente neutro que hizo dudar a Paula de la sinceridad de sus palabras. Quizá, como ella, necesitaba mantener las distancias.


«Si es así, demuestra mucha más inteligencia que tú en este momento».


—Entonces, hasta mañana —salió por la puerta trasera y dejó que la lluvia le refrescara el rostro, rezando para que también le refrescara la mente.


—Me temo que tenemos un problema —dijo Paula desde la puerta en tono consternado.


Pedro se volvió con sorpresa. Acababa de oírla subir y estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no imaginarla mientras se desnudaba ni pensar en las curvas que tanto deseaba explorar.


—¿Qué sucede?


—Nos hemos quedado sin luz en el piso de arriba —explicó al tiempo que dejaba a Simba en el sofá.


—La casa tiene varios circuitos. Voy fuera a darle al diferencial.


—No creo que sea tan sencillo —dijo Paula con una tensa risita—. Parece que ha entrado agua por el tejado… Mucha. ¿Tienes una linterna?


Pedro fue hacia ella.


—Sí. Está en la cocina. Espero que la pila no esté gastada.


Exploraron el piso superior con la linterna. Las goteras habían empapado la cama y la moqueta de Paula. Lo mismo había sucedido en el tercer dormitorio, el descansillo y el cuarto de baño. La única habitación que no había sido afectada era el dormitorio de Pedro.


—El agua debe de haberse deslizado por las vigas hasta encontrar un lugar por el que entrar.


—Si no me hubiera empeñado en oír música toda la tarde, habríamos oído algo —dijo Paula desde el descansillo. 


Pedro se giró y la iluminó con la linterna. Parecía mortificada por la culpabilidad.


—No habríamos oído nada, Paula, no tienes ninguna responsabilidad en lo que ha pasado. No hay más que reparar los daños. De hecho, debía haber hecho que revisaran el tejado hace tiempo. El electricista mencionó que debía reemplazar parte de la instalación.


—Pero no podías saber que iba a haber una tormenta como ésta — salió Paula en su defensa.


—Precisamente, y tú tampoco —no comprendía por qué Paula tendía a culparse de todo—. La cuestión ahora es qué vamos a hacer —tenía pocas opciones—. No podemos hacer nada con las goteras, las camas están empapadas y el sofá del salón es demasiado corto.


Paula suspiró con gesto exasperado.


—Yo quepo en el sofá.


—Te cedo mi cama. Yo dormiré en el suelo.


Dijeron al unísono. Paula frunció el ceño. 

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