Más tarde, cuando Olivia se encontró a salvo en casa, acostada en su cama, y se disolvieron las partidas de búsqueda, la niña les contó lo sucedido.
—Quería pensar yo sola sobre lo que había sucedido. Sabía que no me dejarías montar sola a Lady, mamá, y lo siento, pero necesitaba ir a la casa de los abuelos. Sabía que era el lugar donde tenía que estar. Ahora ya sé por qué me lo enseñó papá.
—Qué maravilloso es que me llames así —Pedro se inclinó para acariciarle tiernamente el cabello.
—Soñaba con que algún día llegarías a ser mi papá —le sonrió— . Y ahora es verdad. Creo que me quedé dormida en el suelo. Cuando desperté, todo estaba oscuro. Más oscuro que cualquier lugar que hubiera visto en mi vida. Y el viento sacudía las ventanas. Pero no tenía miedo. Creo que había alguien bueno conmigo. No quise volver con Lady porque no había luna, así que decidí quedarme allí hasta mañana.
—¡Oh, Dios mío! —murmuró Paula.
—Lo siento, mamá. ¿Lo pasaste muy mal? —inquirió, arrepentida.
—Estaba muy preocupada, Oli. Llamé a tu padre lo antes que pude. Él llegó en helicóptero.
—¿De verdad? —Olivia abrió mucho los ojos—. ¿Sigue todavía ahí?
—No —respondió Pedro, levantándose del borde de la cama—. Pero siempre podremos dar una vuelta en él. Cambiando de tema, ¿Qué te pareció la noticia, Olivia? Tu madre y yo queríamos contártelo cuando yo volviese el fin de semana. Ambos nos preocupamos mucho cuando nos enteramos de que ya lo sabías. Las hijas de Macarena estaban muy apenadas por tu desaparición. Te quieren mucho y les gustaría verte mañana.
—Yo no estoy enfadada con ellas. Podrán ayudarnos a envolver los regalos, ¿Verdad, mamá?
—Todos excepto los suyos. Así que, bien está lo que termina bien, ¿Verdad, Oli? —Paula miró enternecida a su hija, mientras Pedro deslizaba un brazo por su cintura, atrayéndola hacia sí.
—¡Estas serán las mejores navidades que he tenido nunca! — exclamó Olivia.
FIN
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