lunes, 11 de septiembre de 2023

Traición: Capítulo 68

 —Las cosas pueden tornarse muy desagradables —le advirtió Paula—. Tendríamos que prepararnos para ello.


—¿A qué te refieres exactamente?


—Oh... A la familia de Martín. Beatríz es una mujer maravillosa, pero quizá los demás no se muestren igual de comprensivos. Además, habrá murmuraciones en el pueblo y...


—Lo importante es que daremos a Olivia todo el amor y el apoyo que necesita. Toda persona que tenga ojos en la cara debe de haber notado que se parece a mí, aunque no se acuerden bien de mi madre. Y todo el pueblo recuerda lo que pasó entonces. Pero contamos con la aceptación de la gente. En cuanto a mí, la ayuda que voy a prestar al distrito obrará en nuestro favor.


—¡Ojalá fuera tan fácil como eso!


—Tiene que serlo, Paula. Nosotros lo vamos a hacer fácil — pronunció Pedro con tono urgente—. Solo deseo hacer lo que es correcto y adecuado. No quiero que vuelvan los malos tiempos. ¿Tienes algún problema con eso?


Paula se sintió impulsada a responder:


—Tengo un problema con esa parte de tí que me culpa de mucho de lo que sucedió. Ahora sé que debí haber desafiado a mi padre e insistido en que tu madre me escuchara. Debí haber vencido mis temores.


—Yo quiero dejar atrás todo eso, Paula.


—¿Podremos? Me pregunto si en el fondo no me seguirás odiando, de alguna forma —insistió, intentando incorporarse.


—El odio es el camino de la perdición —sonrió, irónico, deslizando una mano entre los pliegues de su camisón hasta encontrar un seno desnudo.


Su contacto, al acariciarle el pezón endurecido, era sencillamente exquisito. No se resistió cuando él le deslizó la bata por los hombros.


—Te eché terriblemente de menos la noche que nació Olivia — le confesó, sin poder evitarlo—. Tenía que morderme la lengua para no llamarte a gritos. Recuerdo el terrible dolor, y luego, mucho después, aquella preciosa criatura junto a mi corazón. La adoré desde aquel momento. Miré a mi alrededor buscándote, pero no estabas por ninguna parte.


—No —pronunció Pedro, angustiado. Conocía aquel dolor.


—Tampoco estabas cuando Olivia pronunció las primeras palabras. Ni cuando dio los primeros pasos, avanzando hacia mí con los bracitos abiertos. Ni su primer día en el colegio. Por mi culpa.


—¿Qué es lo que pretendes hacerme? —le preguntó Pedro con desgarradora emoción.


—Saber si me odias por eso —lo desafió—. Y no quiero mentiras piadosas.


—Bueno, pues entonces te odio —le dijo con voz áspera—. Y te amo. Te amo como nadie más te ha amado en el mundo. Sabes que me hiciste un daño terrible. ¿Esperas que sea tan cruel como para no derramar lágrimas por tí? Abandona esas recriminaciones, Paula. Yo soy tu marido ante mis ojos, y pronto lo seré ante los de todo el mundo. Cada gran decisión acarrea una nueva serie de problemas. Lo que hay que hacer es encontrarles una solución.

No hay comentarios:

Publicar un comentario