lunes, 11 de septiembre de 2023

Traición: Capítulo 70

 —Supongo que Beatríz te lo habrá contado.


—Sí, y tuve la sensación de que la tierra se abría bajo mis pies —contestó Macarena, entre furiosa y asombrada—. Paula, ¿Cómo pudiste...? Siempre te había tenido en muy alta estima. Eres tan buena y amable, mis niñas te adoran, ¡Y ahora esto! Nos vas a humillar a todas.


—Hay muchas clases de humillaciones en la vida, Macarena. Lamento profundamente haber ofendido a tu familia, pero ha llegado la hora de contar la verdad. Olivia tiene que saberla. Pedro la quiere. Y ella a él.


—¿Y qué pasa con mis hijas? —exigió saber Macarena—. ¿No crees que se llevarán una terrible impresión? Olivia es su prima. Han crecido sabiendo eso. Y ahora ya no lo es. Yo no soy su tía. Mamá ha perdido a una nieta. Me siento tan mal, tan impresionada...


—Perdóname, Macarena. Es todo lo que puedo pedirte. Todo ha sido culpa mía. Acepto mi responsabilidad.


—Tú no querías a Martín.


—Intenté ser una buena esposa para él. Me esforcé para que nuestro matrimonio funcionara.


Macarena permaneció silenciosa, obligada a reconocerlo.


—¿Y qué pasará con el pueblo?


—Deja de preocuparte por el pueblo, Macarena. Lo de mi relación con Pedro es una historia antigua, ya conocida. La gente del pueblo hablará de ello durante una temporada, pero terminarán por acostumbrarse. Es la familia lo que más me preocupa. Y el efecto en Olivia cuando se lo diga.


—¡Dios mío! Sé que es duro, Pau. Sé incluso que Martín y tu padre cometieron una maldad. ¡Pero diablos! Yo quiero a Olivia.


—¿Y por qué no habrías de quererla? Ella también te quiere —le tomó una mano—. No permitas que esto lo estropee todo, Macarena. Seguimos siendo las mismas de siempre. Nos queremos. Tu familia seguirá siendo la mía. Y no dejes de ver a Olivia. Solo es una niña, con toda la vida por delante. No eches a perder su relación con las niñas. Cuando hables con ellas, quiero que tengas mucho tacto, que seas muy dulce.


—Quizá tengas razón. Lo que pasa es que me cuesta asumirlo, cuando mamá lo sabía.


—Martín siempre hablaba mucho con tu madre. Siempre confiaba en ella —explicó Paula.


—Dios, qué ciega he estado. Ahora puedo reconocer el parecido de Olivia con Pedro. ¿Desde cuándo lo sabe él?


—Desde el momento en que por primera vez puso los ojos en ella —respondió sencillamente Paula.


—¿Y cómo se lo tomó?


—Mucho mejor de lo que yo me atrevía a esperar. La culpa ha sido terrible, Macarena. He sufrido mucho por eso. Y supongo que ese sufrimiento nunca terminará.


—Y no te olvides de la vergüenza.


—No hay vergüenza que valga, Macarena. Me siento muy orgullosa de Olivia. Y de Pedro. Lo que pasó, pasó.


—Entre otras cosas, que Martín se convirtiera en un alcohólico. 


Paula sacudió la cabeza, sabiendo que eso era verdad.


—Martín tenía sus propios problemas, Macarena. Tienes que pensar en eso. Él no se permitió a sí mismo ser feliz. Y yo quiero otra oportunidad.


—Así que vas a casarte con Pedro —era una afirmación, más que una pregunta.


—Dentro de un tiempo. El año que viene. De hecho, debimos habernos casado hace mucho tiempo.


—Lo supongo —Macarena se levantó lentamente—. Siempre pensé que estaban hechos el uno para el otro. Solo dame algo de tiempo para asimilar esto, Pau. ¿Por qué la vida tiene que ser tan difícil? —se volvió para preguntarle, antes de marcharse.


—Porque las personas lo son —respondió, emocionada—. Recuerda lo importantes que todas son para mí. Han jugado un gran papel en mi vida. No quiero que eso termine.


Dentro del coche Olivia intentó desesperadamente dominar su asombro y confusión, la furia que por primera vez la impulsaba a pelear con sus primas. Ya no eran sus primas. Contuvo las lágrimas por puro orgullo.

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