miércoles, 6 de septiembre de 2023

Traición: Capítulo 59

 —Eso no sucederá —Paula sacudió la cabeza—. Pedro está decidido a casarse conmigo, nada podría hacer yo para disuadirlo. Ya no. Nunca. Creo que no conoce a él tan bien como supone.


Adriana se levantó entonces bruscamente, diciendo:


—Entonces yo tendré que hacer ese trabajo por usted. La señora White sabrá que la niña a la que ha adorado durante todos estos años no es su nieta. Si es cierto que Pedro y usted van a casarse, entonces me encantará estorbar todo lo posible esos planes. Él me engañó. No habrá ningún final feliz.


Paula pensó poco después que los augurios no habían podido ser peores aquella mañana. Y pensar que todo había empezado tan bien... Había llevado a Olivia a casa de Beatríz, la madre de Martín, para que jugara con sus primas. Lo último que deseaba en el mundo era infligir aún más dolor a la familia White, pero desde que recibió la visita de Adriana Alleman, se había dado cuenta de que no tenías muchas opciones. Sería terrible que la madre de Martín descubriera que Olivia no era su nieta, ¡Pero enterarse a través de una carta enviada por una vengativa desconocida...! Lo cual significaba que tendría que reunir el coraje necesario para confesárselo personalmente. Y lo haría esa misma tarde, cuando fuera a recoger a Olivia. Pedro la llamaría por la noche y ella tendría que pensarse cuidadosamente lo que le diría. ¿Qué sentimientos albergaría aún por Adriana? Antes la había querido. Su aventura debía de haber sido larga, para que Adriana pensara que habría podido terminar en boda. A eso de las tres y media de la tarde, Paula se presentó en la mansión de los White, una de las más lujosas residencias del distrito. Martha, el ama de llaves, la saludó cálidamente, guiándola hasta la piscina. Beatríz estaba descansando en una tumbona, cerca de las tres niñas que chapoteaban alegremente en el agua. Todas la saludaron con alegría.


—Ah, Pau, estaba pensando en preparar un té. ¿Te gustaría acompañarnos?


Era ahora o nunca. Suzannah no podía ya disimular por más tiempo la verdad.


—Beatríz —le dijo, muy pálida—, me gustaría hablar contigo en privado.


Beatríz parecía tan relajada que Paula lamentaba por adelantado el disgusto que iba a darle. Su suegra no se mostró en absoluto sorprendida por su petición.


—Claro, querida. Saquemos a las niñas de la piscina. Hablaremos mientras se cambian, y luego Martha les servirá el té de la tarde.


—Me lo he pasado muy bien, mamá —exclamó Olivia, recogiendo la toalla que su madre le tendía—. Camila y Valentina tienen muchas ganas de matricularse en nuestra escuela de equitación.

—Qué bien —Suzannah sonrió a las dos pequeñas, las hijas de

Nicole.


—La abuela me dijo que te encargarías de recoger nuestros ponis, tía Pau —Valentina levantó la mirada hacia ella, deleitada ante la idea.


—Desde luego —le acarició tiernamente una mejilla—. Y tendrán que ponerles unos nombres bonitos.


En la cabaña cercana a la piscina, reinó un ambiente de alegre excitación mientras las niñas se cambiaban.


—¿Y si lo llamamos Prince?


—¿O Blaze?


—A mí me gusta Misty.


Finalmente Martha se encargó de ellas mientras Paula y Beatríz daban comienzo a su conversación.

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