viernes, 29 de septiembre de 2023

Aventura: Capítulo 35

 –Sólo pudo decirme que su abuelo había ordenado que se instalara una placa en su honor. Está en la iglesia del pueblo.


–¿Llegaste a verla?


Paula sacudió la cabeza.


–No, no tuve tiempo.


–Pero nada te impide volver…


Paula se ruborizó al recordar la nota que había enviado a Pedro.


–No, supongo que no.


–En tal caso, se me ocurre que podríamos ir una de esas noches. Cuando Adrián sepa que conoces al primo de Isabella, estará encantado de llevarnos.


–No sé qué decir, Pilar. Alberto no quería que hiciera nada. Quizá sea mejor que deje las cosas como están.


–De acuerdo… Haz lo que quieras. Pero si cambias de opinión, avísame.



Pedro miró la abertura en el muro. Era lo único que no se había arreglado cuando se restauró la mansión. Era una vía de escape. Él mismo la había usado de niño y luego de adolescente para ir al pueblo a jugar o a salir con chicas. Se dió la vuelta y subió hacia el olivar para comprobar si faltaba mucho para la recolección. Por el camino, sus pies rozaron una mata de tomillo y su aroma le recordó una vez más a Sarah Gratton. No le había pedido el número de teléfono ni le había ofrecido el suyo. No la había llamado, a pesar de que tenía la excusa perfecta con la estatua de Lucía. Le parecía desconcertante. Si era la mujer que él pensaba, habría llamado o al menos le habría enviado una nota para darle las gracias por la comida. Y no lo era, habría llamado para recuperar el contacto con cualquier excusa diferente, como un pendiente supuestamente perdido en la casa o la posibilidad de que se hubiera dejado sus gafas de sol en el coche. La espera le estaba volviendo loco. Incluso había empezado a soñar con ella. Soñaba con sus ojos, con la suavidad de su cabello y con el contacto de su piel. Y siguió soñando con ella durante los días posteriores, a pesar de que se dedicó en cuerpo y alma a los preparativos de la recolección porque se tenía que marchar a un viaje de negocios por Europa.



Pilar se acercó a la mesa de Paula y dejó una caja envuelta en papel amarillo que venía con un sobre.


–Parece que tienes un admirador –dijo–. ¿No será ese campesino peludo que es primo de una actriz famosa?


Por suerte, Paula no tuvo que responder. En ese momento sonó el timbre que daba comienzo a las clases y Pilar se marchó. En cuanto se quedó a solas, abrió el sobre. La nota de su interior decía así: "Un regalo de mi jardín. Para que haga compañía a tu pelargonium. Pedro". Abrió el paquete a toda prisa. E incluso antes de quitar el papel y descubrir la maceta y la planta, supo que contenía un regalo especial. Un regalo extraordinariamente personal. Una mata de tomillo. Sólo entonces, se preguntó cómo era posible que supiera lo del pelargonium, el nombre latino del geranio. Sus antiguos alumnos le habían regalado uno porque sabían que le gustaban mucho. Y sólo había una explicación: Pedro habría entrado en la página web de su antiguo instituto y habría descubierto el enlace de su blog, Italiano para principiantes, donde días antes había mencionado el asunto de pasada. 

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