viernes, 22 de septiembre de 2023

Aventura: Capítulo 16

 –¿Le apetece dar una vuelta por el jardín? –siguió diciendo–. Creo que le gustará.


–¿No íbamos a comer? 


–¿Es que tiene prisa?


Ella sacudió la cabeza. 


–No, supongo que no, pero…


–¿Pero?


–Nada. Sólo me estaba preguntando si usted será de la clase de hombres que prefieren desatar un nudo antes que cortarlo.


–No sé si la entiendo…


–Me refiero a su invitación a comer. En lugar de llevarme directamente a la mesa, pretende darme una vuelta por su propiedad.


–Ah, bueno… Siempre he pensado que el sentimiento de anticipación es una parte importante del placer – explicó.


–¿Del placer? ¿Insinúa que su invitación debe preocuparme? –preguntó, coqueta.


Él hizo caso omiso de su coquetería y respondió:


–En absoluto. Graziella es una gran cocinera. Puede estar segura de que la comida estará a la altura de sus expectativas. E incluso es posible que las supere.


Pedro la llevó por el jardín. Al cabo de un rato, se detuvo en un punto desde el que se veía el pueblo y todas las tierras adyacentes, incluidas varias granjas y bodegas. Paula se llevó la mano a la frente y, utilizándola a modo de visera, contempló el paisaje.


–¿Hay osos en las montañas?


–¿Osos? –preguntó, sorprendido–. Sí, quedan unos cuantos osos en el Parque Nacional. Y la población de lobos está creciendo muy deprisa… ¿Por qué lo pregunta?


–Porque pensé que Alberto, mi amigo, me estaba tomando el pelo cuando dijo que había osos –contestó–. Es un paisaje muy bonito… Pero casi no se ve su casa. Los árboles la ocultan por completo.


–No se ve porque se alza en una zona más baja que ésta, asalvo de los vientos. Tenga en cuenta que los inviernos de esta zona son muy duros –le explicó–. ¿Y bien? ¿Qué le parece? ¿Las vistas están a la altura de lo que esperaba?


–Desde luego que sí. Alberto aseguró que era un lugar muy bonito, pero se quedó corto. Es impresionante –confesó–. ¿Dónde está el río?


Él alzó un brazo y se lo señaló.


–Allí, a la izquierda de aquella arboleda… En el extremo más alejado del pueblo.


–Ah, sí, ya lo veo –dijo ella–. Por cierto, hay mucha gente en la carretera…


Paula se refería a los periodistas que habían seguido a Pedro y al hermano de Isabella.


–Son los paparazzi. Han seguido a Bella esta mañana.


–¿Es que su prima está aquí? No me extraña que se mostrara tan desconfiado conmigo al principio…


–Bueno, digamos que he tenido una mañana de lo más interesante.


–Y aun así, está dispuesto a permitir que haga fotografías de su casa –observó.


–Porque no corro el menor peligro. Bella no está aquí. A decir verdad, Bella no estaba en el coche al que siguieron.


–Entonces, ¿Dónde está?


–En otra parte. 

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