viernes, 29 de septiembre de 2023

Aventura: Capítulo 33

Al terminar el último texto, Pedro volvió a la página del instituto y buscó a su ex, Tomás; resultó ser un joven rubio, de sonrisa agradable. Pero no encontró nada del tal Alberto, así que dió por sentado que no sería uno de sus ex compañeros de trabajo. Sin embargo, empezaba a estar convencido de que Paula era exactamente lo que afirmaba ser. Una profesora inglesa que había salido de excursión de fin de semana. Una profesora que, además, tenía el corazón roto por una relación anterior y no sabía cómo reaccionar cuando deseaba a otro hombre.  Se preguntó qué podía hacer y se acordó del mensaje que había leído en su teléfono. Por lo visto, estaba buscando un amante italiano. Y como sabía cualquiera que leyera las revistas de cotilleos, él no carecía precisamente de experiencia en ese sentido. Sólo tenía que descubrir lo que más deseaba. Pero no tenía prisa. Esperaría un poco antes de ponerse en contacto con ella. Además, siempre cabía la posibilidad de que fuera ella quien diera el primer paso. 


Italiano para principiantes.


"…Como invitada de un hombre cuya familia ha vivido en esa zona durante siglos. De un hombre que habla un dialecto más antiguo que el latín. De un hombre alto, moreno y seductoramente encantador cuyos ojos y cuya sonrisa resultan más cálidos y más sensuales que el propio sol de Italia".


Paula volvió a leer lo que había escrito en su imaginación cuando estaba en la casa de Pedro y que se disponía a subir al blog. Pero no sabía si era adecuado. A fin de cuentas, no quería que la gente empezara a hacer conjeturas. La gente era muy maliciosa y sacaría conclusiones apresuradas sobre su encuentro en la intimidad. Sacudió la cabeza y se dijo que a la gente no le importaría, si es que alguien leía su blog. Además, empezaba a pensar que ella era más maliciosa que nadie. El propio Pedro había insinuado que la renuncia a su antiguo empleo había sido una forma maquiavélica de castigar a su ex por haberla dejado. Al final, añadió unas líneas que rebajaban el tono: "Podría aburrirlos con todas esas descripciones, pero sería cruel por mi parte. En lugar de eso, les pondré los dientes largos con las fotografías que hice en su jardín y en su huerto antes de que yo me marchara y me rindiera a otra de las pasiones de los italianos, el helado".


–Hola, Paula –dijo Pilar–. ¿Qué tal el fin de semana? ¿Estuviste en ese pueblo al que querías ir? Isola… Isola de…


–Isola del Alfonso –la interrumpió–. Sí, estuve. Y quería darte las gracias. Tus instrucciones para llegar fueron perfectas. 

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