viernes, 15 de septiembre de 2023

Aventura: Capítulo 1

Italiano para principiantes.


"Tengo las maletas hechas y el billete de avión, reservado. Cuando mis alumnos sufran pánico de última hora con los deberes que deberán entregar a su profesor nuevo en la primera semana del trimestre, yo estaré de los nervios en Roma por mi primer día de trabajo y de vida en un país con otro idioma. Si piensan que me llevo la mejor parte porque estaré al sol y rodeada de arte, cultura y moda, tal vez tengan razón. Pero de momento, sólo me preocupa dónde voy a vivir, si el colegio será muy distinto al de Maybridge y si les caeré bien a mis nuevos alumnos. Veremos lo que sucede".


–Tengo un trabajo nuevo, Alberto. En Roma.


–¿Vas a dejar el instituto Maybridge? ¿El empleo más perfecto del mundo?


Paula Chaves había conseguido convencer a sus colegas de que ardía en deseos de subirse a ese avión. Y en parte, era cierto. Pero su marcha era más una huida que una aventura, y debería haber imaginado que no lograría engañar a su bisabuelo. Aunque estaba a punto de cumplir los noventa, salía todas las mañanas a comprar el periódico y su cerebro seguía estando tan despierto que terminaba el crucigrama del diario The Times en diez minutos.


–Tomás era tan popular… Los niños lo adoraban –dijo ella, llevándose un dedo al lugar donde había estado su anillo de compromiso–. Me siento como si todo el mundo me culpara de su marcha.


–Tomás te engañó, Paula. Y si renuncias al trabajo que te gusta, perderías dos veces –alegó su bisabuelo.


–Tomás no me engañó.


Paula fue sincera. Tomás no engañaba. No mentía. No fingía. Era incapaz de hacer ese tipo de cosas. Simplemente, le había dicho que la seguía queriendo, pero que se había enamorado de otra mujer. Se lo había dicho al principio de las vacaciones de Semana Santa, así que ella tuvo una semana entera para asumirlo antes de volver a las clases y de volver a ver a todo el mundo. Pero no le dijo que había presentado la dimisión y que había aceptado un empleo en el centro deportivo de Melchester. Y hasta ese momento, a Paula no le pareció real. Oyó las palabras, pero no las procesó. Incluso se convenció a sí misma de que al lunes siguiente, cuando volviera al instituto, todo volvería a la normalidad. A ser como siempre. Pero Tomás no estaba allí. Había llegado a la conclusión de que no podía seguir trabajando en el mismo lugar que ella. Había renunciado a un trabajo que adoraba porque creía que era lo mejor para ella. Y porque estaba enamorado de otra persona. Intentó que el sacrificio de Tomás hubiera merecido la pena. Se concentró en sus alumnos, aunque no deseaba otra cosa que acurrucarse en una esquina y cerrar los ojos. Borró todos los recuerdos de él que había en el piso, guardó los álbumes de fotografías y dejó de ir a los lugares a los que solían ir con los amigos comunes. Sin embargo, no pudo borrar su memoria del instituto. Tomás seguía siendo una presencia invisible en las fotografías de los equipos a los que había entrenado y llevado al triunfo. Tomás estaba en las pisadas de los chicos que jugaban al cricket y en los silbatos que sonaban en el campo. 

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