miércoles, 13 de septiembre de 2023

Traición: Capítulo 71

 —No se lo digas a mamá —le advirtió Valentina—. Se supone que no sabemos nada.


—Mamá se enfadaría mucho con nosotras —intervino Camila—. La abuela y ella estuvieron hablando, y no se dieron cuenta de que nosotras estábamos detrás de la puerta. Ahora me da vergüenza. Estuvimos escuchando a escondidas.


—Oh, Olivia —sollozó Camila—. Ahora que ya no eres prima nuestra, no podremos jugar más juntas.


—Yo no quiero jugar contigo —Valentina parecía la más afectada.


Olivia siempre había sido su prima, y ya era otra persona. No era la hija del tío Martín. Y se sentía dolida y furiosa.


Olivia se apresuró a salir del coche y pasó corriendo al lado de Macarena, despidiéndose de ella sin detenerse. No sabía qué hacer. Tenía que pensar sola en todo eso. Le resultaba imposible enfadarse con su madre, ya que la quería demasiado. Se había quedado asombrada al enterarse por Valentina de que Pedro era su padre. ¡Pedro! Ya no la extrañaba que le hubiera dicho que la querría como una hija. Ella era hija suya. Era asombroso. Y la madre de Pedro, no la de Martín, había sido su abuela. ¿Pero por qué nadie se lo había dicho? ¿Acaso porque la consideraban una niña pequeña que no necesitaba saber nada? No, eso no podía ser cierto. Mamá y ella habían mantenido muchísimas conversaciones sobre muchísimas cosas. ¿A qué venía aquel secreto? ¿Se avergonzarían quizá de ella? Eso tampoco podía ser. Era algo que tenía que ver con el hecho de que mamá se hubiera casado con Martín, el «Papá» que no la había querido a ella. Se sentía abrumada, terriblemente confundida. Se iría de allí y encontraría un lugar tranquilo donde resolver aquel problema por sí misma. 



Faltaba poco para que anocheciera cuando Paula regresó a casa, cargada con un cesto de uvas de mesa que Lucas Schroeder había recogido para ella.


—Oli —la llamó—. Ya he vuelto —pensó que su hija iría corriendo a recibirla. 


La había dejado en su habitación viendo un vídeo, hacía cerca de una hora. Como no aparecía, pensó que quizá no la habría oído. Dejó la cesta de uvas en la cocina y subió a la habitación de Olivia; cuando la vió vacía, se quedó mortalmente pálida.


—¡Oli! —gritó—. ¡Oli!


La casa era tan grande... Paula la recorrió entera, sin dejar de gritar su nombre. Finalmente se convenció de que no estaba allí y salió a los campos, llamando a los trabajadores. Francisco fue el primero en contestar:


—¿Qué ocurre, Paula?


—No sé dónde se ha metido Olivia —respondió, frenética—. Estaba en casa viendo un vídeo cuando me marché. Solo he estado fuera una hora.


—¿Has buscado bien en la casa?


—Sí. No está.


—Bien, pues entonces miraremos en los campos y en las cuadras —se volvió de inmediato para organizar a los hombres.

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