lunes, 25 de septiembre de 2023

Aventura: Capítulo 23

 –Se ha olvidado del comité encargado de las celebraciones. Cuando inauguren el monumento, habrá que dar algún tipo de fiesta…


Él sonrió.


–Caramba… Las vidas de docenas de personas van a cambiar porque usted y yo nos encontramos hace un rato y nos pusimos a comer.


–¿Se está riendo de mí?


–No. En absoluto.


–Vamos por la vida con tanta seguridad, Pedro… Pero depende de la suerte. A veces, el más frágil de los hilos soporta cualquier peso, por grande que sea. Otras, el más fuerte se rompe sin advertencia alguna.


–Tiene razón, Paula. La vida es extraordinaria. Piense en el cúmulo de casualidades que se han producido para que usted y yo nos conociéramos. Por ejemplo, ¿Por qué ha aparecido en Isolla del Alfonso hoy, en lugar de cualquier otro día? ¿Por qué tomó ese camino en ese momento y no cualquier otro momento?


Paula se encogió de hombros.


–Bueno, esto tiene fácil respuesta. Es fin de semana y no tenía mucho que hacer, de modo que decidí visitar el pueblo.


–¿Porque un amigo le había hablado bien de él?


–¿Un amigo? Ah, se refiere a Alberto… Sí, por eso. ¿Y usted?


–Lo mío ha sido por un simple retraso. Si hubiera llegado antes, cuando yo pretendía, habría ido directamente a las bodegas en lugar de pasar por casa y directamente a las bodegas en lugar de pasar por casa y jamás nos habríamos encontrado –contestó. 


–Y supongo que llegó tarde por culpa de los periodistas…


–Y porque Federico estaba conmigo. Viajábamos en la limusina de mi prima.


–Qué curioso… Yo también he llegado más tarde de lo que esperaba. Un amigo me hizo el favor de comprobar los horarios de los trenes. Tenía intención de venir a primera hora, pero al final me quedé dormida.


Pedro se preguntó si ese amigo sería el mismo que le había recomendado la visita al pueblo.


–Y por si no fueran coincidencias suficientes –intervino él–, Federico decidió escaparse y abrirle la puerta en el preciso momento en que usted llegaba.


–¿Por qué?


–¿Por qué? ¿A qué se refiere?


–¿Por qué se escapó su hermano?


–Ah, eso… Le insinué que, ya que estaba aquí, podía pasar un rato con Nonna. Había ido al pueblo a hacer unas compras, pero Federico no estaba de humor para esperar.


–Tal vez tuviera miedo de que esa chica de Roma se cansara de esperarlo a él y se fuera con otro –opinó ella.


–Lo lamentaría mucho. Mi hermano le llevaba un regalo. Un abrigo que Valentino diseñó para Bella.


–Así que era eso lo que llevaba bajo el brazo… –dijo ella, sacudiendo la cabeza–. Un momento de impaciencia y toda una vida de arrepentimiento.


–Bueno, dudo que se marche sin esperarlo.


Ella se encogió de hombros.


–Nunca se sabe. Un día crees que tu vida está bajo control y al día siguiente tropiezas con una piedra, te sales de tu camino y terminas planeando la instalación de una estatua en un pueblo de la provincia italiana del Lazio con un perfecto desconocido. 

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