viernes, 22 de septiembre de 2023

Aventura: Capítulo 17

 –Me alegro por ella –declaró con una sonrisa–. ¿Puedo hacer fotografías?


–¿De los paparazzi? ¿O de las vistas?


–La idea de fotografiar a los fotógrafos me parece muy tentadora –comentó Paula–, pero sólo quería inmortalizar el paisaje. Sé que a Alberto le gustaría verlo.


Pedro sintió una punzada de irritación. Empezaba a estar harto de que Paula se refiriera todo el tiempo a aquel tipo. Mientras ella hacía fotografías, él se mantuvo al margen. Y luego, al ver que enfocaba unos tejados rojos que asomaban tras una colina distante, observó:


–Aquello es Arpino. La localidad donde nació Cicerón.


–Ah, Cicerón… El hombre que escribió que una habitación sin libros es como un cuerpo sin alma.


–Veo que está bien informada.


–Es que tengo esa frase en un imán del frigorífico –ironizó.


–En tal caso, Cicerón debía de estar en lo cierto –dijo con humor–. Arpino es un lugar interesante. Hace poco han descubierto una calzada romana debajo de la plaza; pero si quiere tener unas vistas realmente bonitas de ese pueblo, le recomiendo que suba a la torre de la iglesia.


–Gracias por la recomendación.


–De nada. Como usted y yo hemos empezado con mal pie, estoy haciendo un esfuerzo por ser un buen anfitrión –dijo con una sonrisa.


–Y lo está consiguiendo. Todo es tan bello y tan antiguo en Italia… En mi país también tenemos monumentos y edificios antiguos, pero la historia italiana no es una simple edificios antiguos, pero la historia italiana no es una simple atracción para turistas; forma parte del presente, de la vida.


–Bueno, los italianos llevamos mucho tiempo en estas tierras. Cuando los británicos de entonces todavía construían con cañas y barro, nosotros ya construíamos con piedra. Que es mucho más duradera. Pero sigamos adelante… –la invitó mientras la tomaba del brazo–. Tenga cuidado. El camino que cruza el olivar es muy empinado.


–¿El olivar? Vaya…


Paula no se pudo resistir a la tentación de sacar fotografías de los olivos. Y él la miró con tanto humor que dijo:


–Lo siento. Sé que me estoy comportando como una turista absoluta.


–No se disculpe.


Las personas tendemos a menospreciar lo que nos rodea porque estamos acostumbrados a ello. La posibilidad de verlo a través de unos ojos nuevos me parece sumamente refrescante. Cuando avanzaron hacia el patio principal de la mansión, se quedó perpleja. Y no fue por las vistas del valle que se extendía ante ellos, sino por el propio patio y por el huerto lleno de verduras y de hierbas aromáticas por el huerto lleno de verduras y de hierbas aromáticas por el que tuvieron que pasar.


–Qué maravilla… –alcanzó a decir.


–¿Le gusta? ¿Es que es jardinera?


–No, pero mi madre lo es. Siempre ha tenido un jardín y un huerto –explicó–. ¿Qué planta es ésa?


–Una thymus citriodorus aureus. Una variedad del tomillo.


–Y conoce su nombre en latín… Es impresionante.


–¿Cómo no lo voy a conocer? A fin de cuentas, soy romano. Por lo menos, de lunes a viernes –bromeó. 

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