miércoles, 20 de septiembre de 2023

Aventura: Capítulo 14

 –Porque tuve una niñera inglesa hasta los seis años. Y era tan natural como irónica –contraatacó.


–Eso lo explica todo. ¿Y qué pasó cuando cumplió seis años?


–Que ella se marchó y yo volví a casa.


–Pues hizo un gran trabajo con usted. A fin de cuentas, sólo era un niño…


–Y fue recompensada por su esfuerzo. Pero sobra decir que no lo hablo tan bien porque lo aprendiera a una edad tan temprana.. Estuve estudiando un año en Cambridge, en la universidad –le informó.


Ella suspiró y dijo:


–¿Sabe que le envidio? Puede hablar dos idiomas con fluidez. Yo me estoy esforzando con el italiano, pero sin demasiado éxito. Aún tengo dificultades para pedir un simple bocadillo –bromeó.


–Pues permítame que le ahorre la molestia.


–¿Me va a pedir un bocadillo?


–No, le recomiendo algo más sustancial. Tengo la impresión de que ha estado a punto de desmayarse… Y francamente, no creo que se deba a que la haya besado.


Paula pensó que se estaba subestimando a sí mismo. Pero al menos, ahora sabía que el beso no había sido obra de su imaginación.


–Es que esta mañana no he desayunado.


–Grave error…


–Desde luego. 


–Y mi brusquedad no la ha ayudado mucho –admitió–. Discúlpeme. Mi prima es actriz y tenemos problemas con la prensa. Con los fotógrafos, ya sabe.


–Lo siento. No lo sabía.


Él se encogió de hombros.


–Bueno, eso es normal. Bella todavía no ha firmado ningún contrato en Hollywood, así que no me extraña que lo desconozca. ¿Qué le parece si la invito a comer? Me gustaría restaurar su fe en la hospitalidad de los habitantes de Isola del Alfonso.


Mientras hablaba, una mujer salió al patio y empezó a poner la mesa debajo de la pérgola. Sin esperar respuesta, Pedro se giró hacia ella y se puso a hablar tan deprisa en italiano que Paula no entendió ni una palabra. Al final, la mujer asintió y él miró nuevamente a Paula.


–Ya he informado a Graziella. Si no quiere decepcionarla, no tendrá más remedio que aceptar mi invitación.


–No, claro. Cómo voy a decepcionar a Graziella…


–Ah, y si quiere hacer más fotografías, adelante.


–¿Está seguro de que no le importa?


–En absoluto.


–Bueno, a decir verdad… Estaba esperando que apareciera alguien para que me hiciera una fotografía a mí.


Él frunció el ceño, como si entendiera por qué quería fotografiarse en una pared derrumbada de su propiedad.


–¿Para qué? ¿Para demostrar a su amigo que ha estado aquí?


–Sí… bueno, no. No exactamente. Estoy segura de que mi amigo me creería. Al fin y al cabo, no tiene motivos para desconfiar de mí, ¿Verdad? 


–No lo sé. Pero en el futuro, debería ser más cuidadosa con lo que hace.


–Yo no estoy tan segura. Hasta el momento, todo me ha salido bien.


Él hizo caso omiso de la provocación y le pidió que se sentara en lo alto de la tapia. Acto seguido, preguntó:


–¿No quiere quitarse las gafas?


–No hace falta.


Ella miró directamente a la cámara del teléfono móvil.


–Ahora, diga formaggio.


Paula rió y él le hizo la fotografía. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario