lunes, 19 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 61

 –En el trabajo –contestó él, mirándola como si pudiera leer sus pensamientos–. Paula me dejó una impresión imborrable.


Ella consideró la idea de darle un discreto pisotón.


–Debe de ser interesante trabajar con la persona con la que estás saliendo –comentó Ana–. ¿Cuánto tiempo estarás en la empresa, hijo?


La expresión de Pedro se volvió inescrutable y Paula tuvo la impresión de que tomaba un trago de cerveza para ganar tiempo.


–Ana Alfonso, ¿Eres tú? –una mujer con un fabuloso collar de diamantes y un color de pelo que no le había dado la Madre Naturaleza se acercó a ellos–. Hace siglos que no te veo. ¿Dónde has estado escondida?


Mientras las dos amigas charlaban, Pedro llevó a Paula aparte.


–Ya hablaremos con mi madre más tarde. Por cierto, me ha preguntado si llevabas fotografías de los niños.


Paula se puso colorada.


–La verdad es que sí. Solo llevan dos meses conmigo y ya me he convertido en una de esas madres...


–¿Qué quieres decir?


–Que, a partir de ahora, mis amigos no podrán ir a visitarme sin tener que soportar los vídeos de Thiago jugando al fútbol y los de Isabella con diferentes vestiditos rosas. No dejes que me convierta en una pesada, por favor.


Pedro soltó una risotada.


–No creo que pueda hacerlo. ¿Quién crees que estará haciendo las palomitas mientras tú enseñas los vídeos?


Paula rió también. Era tan fácil imaginarlo…


–Hablando de los niños, ¿Te importa si salgo un momento para llamar a Florencia? Es la primera vez que Thiago pasa la noche fuera de casa y quiero saber cómo está.


Pedro le dió un beso en la frente.


–Salúdalo de mi parte. Te espero ahí –le dijo, señalando un grupo de hombres–. Son unos clientes con los que debería charlar un rato.


Paula se abrió paso entre las mesas, con flores tropicales y bolsitas de nueces de macadamia. Pedro le había dicho que los novios se habían casado en Hawai y, aparentemente, intentaban hacer un homenaje a la isla. El vestíbulo le pareció extrañamente silencioso después del ruido del salón de banquetes, pero se alegró al ver que había señal. Florencia respondió de inmediato, sin duda anticipando la llamada.


–Le ha encantado el vestido, ¿A que sí?


–Tenías razón –dijo Paula–. Y su madre no parecía escandalizada, así que no es demasiado corto.


–¿Y ha sido amable contigo o es una de esas que cree que ninguna mujer es lo bastante buena para su hijo?


–Ha sido muy amable –respondió Paula–. Me ha tratado como si fuera de la familia y hasta quiere ver fotos de los niños. Te lo juro, Flor, todo lo que tiene que ver con Pedro es demasiado maravilloso como para ser cierto. Casi debería estar preocupada.


Cuando era niña, solía soñar que volaba. Era su fantasía favorita, pero siempre había sabido que era irrealizable y que tendría que despertar tarde o temprano.


–Entonces eres tonta –dijo Florencia–. Vuelve a la fiesta, disfruta de la cena y pásalo en grande con ese hombre tan guapo que parece estar completamente loco por tí.


–Enseguida –le prometió ella–. ¿Puedo hablar con Thiago un momento?

No hay comentarios:

Publicar un comentario