miércoles, 14 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 55

 –No sabía que los centros comerciales ofrecieran servicio de guardería... –dijo Paula, mientras Florencia y ella entraban en una tienda, esa misma tarde.


Florencia sonrió.


–Son muy listos. Saben que las mujeres gastan más dinero si pueden probarse tranquilamente la ropa, sin niños que las estorben.


Paula había quedado con Florencia para comprar el vestido que se pondría en la fiesta. Florencia se quedaría con los niños el sábado y le había insistido en ir de compras porque, según ella, necesitaba un vestido de escándalo. Al llegar al centro comercial habían descubierto que tenían una guardería para niños de tres a nueve años, con televisión, videojuegos, cuentos, cuadernos para colorear y todo lo que pudieran necesitar durante unas horas.


–No sabes cuánto te lo agradezco –dijo Paula–. No solo que vengas de compras conmigo sino que te quedes con los niños el sábado.


–Me alegro mucho que Pedro y tú hayan decidido salir juntos por fin. Si puedo ayudar en algo, cuenta conmigo –Florencia sonrió–. Además, Damián estará fuera de la ciudad este fin de semana. No sé si podremos ir al partido del viernes, pero lo intentaremos.


–Pedro está deseando verme en acción como entrenadora –dijo Paula–. Aparentemente, le gustan las mujeres deportistas.


Su amiga frunció el ceño.


–Pues lo siento, pero el sábado no llevarás un chándal sino un vestido precioso y sexy.


–No te pases. Voy a conocer a su madre –le recordó Paula.


–Bueno, entonces sexy, pero de buen gusto.


–Y rebajado.


–No sé si eso será posible.


Quince minutos después, Paula entraba en el probador con una selección de vestidos. El azul marino la hacía parecer mayor y el blanco con lentejuelas parecía diseñado para alguien que tuviese más pecho. El rojo no estaba mal, pero tampoco le encantaba. Suspirando, salió del probador.


–No me has enseñado ninguno –protestó Florencia.


–No tenía sentido perder el tiempo, solo voy a enseñarte los que me gusten de verdad. ¿Es mezquino por mi parte desear que la ex de Pedro no fuera tan guapa?


–Sí, mucho –respondió Florencia, riendo.


–Estoy un poco nerviosa –admitió Paula–. No porque me preocupe Silvana… Es que no sé si va a gustarme esa gente. Ni siquiera entiendo que Pedro los haya perdonado. La mujer con la que iba a casarse lo dejó por su mejor amigo… ¿Cómo puede confiar en ellos?


–Lo que tú ves como una traición tal vez él lo vea como una bendición –sugirió su amiga–. Si Silvana no lo hubiera dejado, no estaría contigo.


–En ese caso, debería llevarle una botella de champán, porque Pedro es maravilloso. Es bueno con los niños, sabe de informática más que yo…


–Solo a tí te parecería atractivo que alguien supiera más que tú de informática –bromeó Florencia.


–Y besa de maravilla. Sería muy fácil enamorarse de él.


–Me parece buena idea. Sé que Santiago te defraudó, pero esto es diferente. Confía en él, Paula. Confía en que Pedro estará a tu lado.


Si no era así, su corazón se rompería en mil pedazos. ¿Pero no era ese el riesgo que corría todo el mundo? Al menos habría tenido la suerte de vivir una historia de amor con alguien que merecía la pena.

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