miércoles, 21 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 69

Paula subió al coche y cerró con un portazo que podría haber roto los cristales de las ventanillas. Y luego arrancó a tal velocidad que Pedro dió un paso atrás, a punto de esconderse detrás de una columna. Verla marchar fue como si le clavaran un puñal en el pecho. El dolor era tan profundo que le resultaba imposible pensar. Pero tenía que hacerlo. Tenía que concentrarse y encontrar un plan de acción. Tenía que hablar con Paula y recuperarla. Tenía que encontrar la forma de limpiar su nombre. Y, al mismo tiempo, tenía que encontrar tiempo para tirar a Javier Daughtrie por la ventana.


–¿Se puede saber qué demonios estás haciendo?


Su parte racional le aconsejaba que se calmase porque si los de seguridad lo echaban del edificio no ayudaría a Paula. Pero apenas podía ser razonable porque el instinto exigía venganza y lo que quería era tomar a Javier por la pechera de la camisa y lanzarlo contra la pared. Javier se levantó del sillón y apoyó las manos en el escritorio.


–Lo que estoy haciendo es llevar mi empresa. He hablado con los de Groverton antes de venir esta mañana y, de nuevo, alguien ha hecho una oferta más baja que la mía. He decidido poner fin a esto y me he librado de la persona que filtraba la información, así de sencillo.


–¡Paula no era la informadora!


–¿Y has tomado esa decisión usando el cerebro o…?


–No es ella –insistió Pedro, apretando los puños.


Javier volvió a dejarse caer en el sillón.


–No lo sabes con total seguridad. La única prueba que has encontrado la señala a ella, pero aunque tuvieses razón, y no la tienes, ya me he encargado de solucionar el problema. Con las nuevas medidas de seguridad en el sistema, esto no va a volver a pasar. Y si vuelve a ocurrir sabremos que no era ella, pero rodarían más cabezas.


«Canalla».


Javier no creía que Paula fuese la responsable y, sin embargo, la había despedido como advertencia para los demás.


–¿No te preocupa que te denuncie por despido improcedente? – le preguntó. Él mismo se presentaría como testigo.


Javier puso los ojos en blanco.


–Tengo derecho a despedir a un empleado del que sospecho. Uno, por cierto, cuya profesionalidad ha estado en cuestión últimamente.


–Tú sabes que Paula ha tenido que hacerse cargo de sus sobrinos.


–Eso no es problema mío y no creo que me ponga una demanda, porque sabe que todo está a mi favor –replicó Javier–. Si eso es todo, ¿Por qué no vuelves a tu oficina?


Pedro intentaba pensar, pero su cerebro parecía nublado por una espesa niebla roja. Pedirle a Javier que reconsiderase su decisión era imposible… ¿Qué podía hacer para convencerlo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario