viernes, 23 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 73

 –¿Ni siquiera en un caso de emergencia? Tal vez había que hacer algo inmediatamente y tenían problemas para entrar en el sistema…


–No digas tonterías, ningún programador serio haría eso. Y antes de que preguntes: La contraseña no está escrita en ninguna parte, solo la conozco yo.


Claro que si alguien hubiera estado mirando por encima de su hombro podría…


–Jenner –murmuró Paula.


–¿Adrián Jenner?


–Solo es una idea, no es una prueba de que sea el culpable. Pero antes de que tú llegases, estaba siempre detrás de mí, consolándome por la muerte de mi hermano –admitió Paula–. Solía pasar por mi mesa y me preguntaba por los niños, me llevaba pañuelos de papel, me abrazaba. Recuerdo que una vez se sentó en la esquina de mi escritorio… Era el cumpleaños de Diego y yo estaba destrozada. Tuve que escribir la contraseña dos veces porque tenía los ojos llenos de lágrimas y recuerdo que Jenner puso una mano sobre mi hombro.


–Acababa de comprarse el deportivo rojo –observó Pilar.


–Por no hablar de la factura que le estará pasando su abogado. Seguramente, tendrá que pasarle una pensión a su mujer y aún le queda dinero para invitar a cenar a todas las rubias que encuentra en su camino.


Pedro apretó los labios, indignado. No le gustaba nada que Adrián Jenner hubiese intentado aprovecharse de Paula.


–Voy a ponerme a investigar ahora mismo –murmuró–. Paula, no puedo decirte cuánto lo…


–Envíame un e-mail para contarme cómo acaba todo –lo interrumpió ella–. Te agradezco que me defiendas y espero que descubras al responsable, sea Jenner o no, pero no pienso volver a dirigirte la palabra.


Pedro tragó saliva.


–Estás enfadada y tienes todo el derecho a estarlo, pero sé que no lo dices de corazón.


Paula se levantó de un salto.


–¿Cómo que no? Yo…


–Esperaré fuera –intervino Pilar, levantándose del sofá.


Ninguno de los dos dijo nada durante unos segundos, hasta que la puerta se cerró.


–Dijiste que me querías –le recordó Pedro, en un doloroso gesto de optimismo.


¿No se daba cuenta de que era un error recordarle eso precisamente en aquel momento? Al fin y al cabo, él no había dicho que la quisiera.


–La primera vez que me invitaste a comer, el día que nos encontramos con Silvana en el restaurante, ¿Por qué me pediste que fuera contigo?


–Quería… Conocerte mejor –respondió él.


–¿Querías conocerme mejor o Javier te había pedido que investigaras a los empleados?


Pedro apartó la mirada.


–Las dos cosas –respondió–. Pero quería tacharte de la lista lo antes posible.


–¿Por qué?


–Javier quería que las vigilase especialmente a Pilar y a tí porque ganaban menos que los hombres del departamento.


Paula miró al hombre en el que había creído poder confiar. Hasta ese momento no se había dado cuenta de hasta qué punto se había apoyado en él. Era como si a una persona inválida le quitasen una muleta.


–Vete de aquí –le ordenó, en voz baja–. Te dije que no tenía tiempo para una relación y eso es más verdad que nunca en este momento. Tengo que criar a dos niños y, además, tengo que encontrar trabajo lo antes posible.


–Pero Javier podría estar dispuesto a readmitirte.


Paula negó con la cabeza, haciendo lo posible para no llorar.


–Da igual lo que Javier quiera. Merezco empezar de nuevo en otro sitio. En un sitio mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario