viernes, 9 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 44

Poniéndose de puntillas, buscó sus labios en un beso tan ardiente como el sol. Él levantó una mano para acariciarle el pelo, besándola apasionadamente. Paula experimentó una oleada de deseo cuando sus lenguas se enredaron, y no podía dejar de imaginar lo maravilloso que sería que la besara por todas partes.


–Ya están haciéndolo otra vez –oyó que decía Thiago–. Besarse es un asco.


Jason rió.


–Espera unos cuantos años, hijo, y seguramente pensarás de otra manera. Besar no es tan malo.


¿No era tan malo? En opinión de Paula, era una delicia. Cuando la camarera llegó con el plato de langostinos para Thiago, el niño arrugó la nariz.


–No llevan ketchup.


–¿Quieres ketchup con los langostinos? –exclamó Paula.


–A mí también me gustaba mucho cuando era pequeño – intervino Pedro–. Me lo ponía en todo.


Estaba sentado frente a ella, de modo que pudo mirarlo durante toda la cena sin sentirse cortada. El día que se conocieron pensó que era el hombre más apuesto que había visto nunca, pero a medida que lo conocía le parecía aún más guapo.


–¿En serio?


–Cuando tenía cuatro años quería ketchup en todo, no solo en las hamburguesas o en los huevos fritos sino en el queso, en el helado…


–¿En el helado? –exclamó Thiago–. Eso es más asqueroso que besarse.


Su referencia al beso hizo que Paula se pusiera colorada. Y cuando vió a Pedro mirándola con un brillo de deseo en los ojos se ruborizó aún más.


–¿Tu madre está viva, Pedro? –preguntó Thiago entonces.


–Sí –respondió él–. Estuvo enferma durante un tiempo, pero ahora está mucho mejor. Mi padre se fue al Cielo, como el tuyo, hace mucho tiempo.


–¿Lo echas de menos? –le preguntó el niño, con voz temblorosa.


–Todos los días, pero intento hacer cosas para que se sienta orgulloso de mí. Y creo que tu papá se hubiera sentido muy orgulloso al verte en el barco.


El niño se irguió un poco más en la silla.


–No me ha dado nada de miedo.


–Mi madre está haciendo un crucero en un barco muy grande… Mucho más grande que el del capitán Jason –siguió diciendo Pedro–. Hay más de mil pasajeros.


–¿De verdad?


–De verdad. Si algún día la conoces, ella te contará lo grande que era el barco. ¿Tú has hecho algún crucero, Paula?


Ella negó con la cabeza.

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