miércoles, 7 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 37

 –Hola, Thiago. ¿Lo estás pasando bien en el colegio? ¿No has vuelto a tener problemas?


–Ninguno –Thiago negó solemnemente con la cabeza–. Me han puesto caritas felices en el informe.


–Bien hecho.


–¿Llamas porque quieres ir a verme jugar al fútbol?


–No exactamente –respondió Pedro– pero hablaré de eso con tu tía. Como tú me invitaste a ir al fútbol, he pensado devolverte el favor invitándote a hacer algo conmigo mañana. ¿Qué te parece?


–¡Sí! –exclamó el niño–. ¿Mi tía Paula puede ir también?


–Sí, claro. E Isabella, toda la familia.


Aunque sabía a qué se refería, las palabras de Pedro emocionaron a Paula. «Toda la familia». Era tan fácil imaginarlos a los cuatro juntos… Pedro, con un sonriente Thiago sobre los hombros y ella a su lado llevando a Isabella en brazos.


–Un amigo mío –estaba diciendo Pedro– tiene un barco muy bonito y me lo ha ofrecido para que vaya a pescar. ¿Has ido a pescar alguna vez?


–Una vez me llevó mi papá –Thiago se acercó un poco más a Paula, con expresión seria.


–¿Y lo pasaste bien?


–Sí.


–¿Te gustaría volver a hacerlo?


–No lo sé.


–Yo creo que lo pasaríamos muy bien. El otro día lo pasamos bien en el estadio, ¿Verdad?


Paula notó que su sobrino se relajaba ligeramente al recordar el partido. Pedro Alfonso podía ser un lince cuando se trataba de tecnología informática, pero también era muy bueno con la gente.


–El barco me da miedo –dijo Thiago entonces.


Paula le pasó un brazo por los hombros.


–No pasa nada, todo el mundo tiene miedo de algo –lo tranquilizó Pedro.


–¿Tú también?


–Claro, yo también. Pero tu tía y yo estaremos allí para que no te pase nada, y el capitán Jason tiene chalecos salvavidas.


Thiago tragó saliva, nervioso pero decidido.


–Bueno, entonces sí.


–Estoy orgulloso de tí, renacuajo.


Paula tuvo que hacer un esfuerzo para no llorar.


–¿Quieres hablar con mi tía? Yo voy a comer unas patatas fritas –sin esperar respuesta, Thiago le entregó el teléfono y se dirigió a la mesa.


–Lo has hecho muy bien –le dijo Paula en voz baja.


Si Pedro le pidiese que saliera con él, le diría que sí sin dudarlo. De hecho, en aquel momento le diría que sí a cualquier cosa.


–No, Thiago lo ha hecho muy bien –replicó Pedro modestamente–. Estás educándolo de maravilla.


–No lo sé. La verdad es que no es fácil… Los niños no vienen con un código de programación.


–No, claro.


–Y no sé cómo darte las gracias por lo que estás haciendo. Estoy en deuda contigo.


–¿Lo suficiente como para pensarte lo del biquini?


Paula soltó una carcajada.


–Buenas noches, Pedro.


Después de colgar se quedó un momento pensativa, incapaz de seguir ignorando la verdad. ¿A quién quería engañar? Le había dicho a Florencia que existía el peligro de que Thiago se encariñase con Pedro, pero era ella quien contaba las horas hasta verlo por la mañana. Era ella la que estaba en peligro.

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