viernes, 2 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 26

 –Hola.


Pedro Alfonso estaba más guapo con una camiseta de manga corta que con el traje de chaqueta que solía usar.


–¿Necesitas que te eche una mano?


–Puedo entrar con él –anunció Thiago–. No es un extraño.


Paula suspiró.


–Thiago y yo tenemos una diferencia de opiniones. Yo quiero que entre conmigo al servicio de señoras, pero él dice que ya es muy mayor para eso.


–Entiendo –asintió Pedro–. Muy bien, yo iré con él. ¿Quieres que nos encontremos aquí?


–¿Seguro que no te importa?


–En absoluto –le aseguró él.


–Gracias.


Paula entró con Isabella en el servicio de chicas, diciéndose que no era una mala persona y que no estaba dejando que otros le solucionasen los problemas, sino que había llegado a un acuerdo. Cuando salió, Pedro y Thiago ya estaban esperando.


–Muy bien, vamos a buscar nuestros asientos. ¿Tú también ibas allí, Pedro?


Él vaciló.


–No, en realidad iba a comprar un refresco cuando me encontré con ustedes.


Thiago lo miró, poniendo cara de pena.


–Yo tengo mucha hambre.


Fascinada, Paula casi esperaba que se pusiera a cantar alguna de las canciones del musical Oliver.


–Hemos acordado que primero vamos a buscar nuestros asientos, Thiago.


Su sobrino suspiró.


–Sí, señorita.


Paula se volvió hacia Pedro, incapaz de contener la absurda tentación de defenderse.


–Te juro que acaba de comer.


Él soltó una carcajada.


–Los niños comen una tonelada. Son como una plaga de langosta.


–La factura del supermercado es enorme, desde luego – murmuró ella.


–Espera, dame la bolsa. Te llevaré a los asientos que tenemos reservados.


–No tienes por qué.


–Ya lo sé –Pedro le quitó la bolsa de los pañales y ella suspiró, aliviada.


Javier Daughtrie había reservado asientos en dos filas y Pedro se detuvo en la segunda, donde estaba Pilar Harrington.


–¿Puedes hacerme un favor, Pilar?


–Sí, claro.


–¿Podrías moverte dos asientos más allá? Addie debería sentarse en el primer asiento, por si tuviera que salir con los niños. ¿A alguien le importa?


Hubo murmullos de la gente, pero a nadie pareció importarle, ni siquiera a Pilar. Paula, sin embargo, sintió que le ardía la cara. Aunque agradecía la ayuda de Pedro, no quería que pensara que era incapaz de arreglárselas sola.


–No hace falta. No tienes que cuidar de nosotros.


–Me gusta la compañía –Pedro sonrió, señalando a Thiago–. Mientras veníamos para acá hemos entablado una discusión filosófica sobre Darth Vader. Además, he venido solo y voy a necesitar ayuda para comerme unos nachos más tarde. Por no hablar del perrito gigante.

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